martes, diciembre 19, 2006

Con nombre, sin cartas

Cuando voy a salir del portal forcejeo el buzón para abrirlo sin llaves (nunca me han confiado una de esas). Miro los nombres y veo que aún está el de mi padre. Salgo a la calle pensando en qué sentido tiene, si ya no vienen cartas para él.

domingo, diciembre 17, 2006

World Press Photo '06

Todo está oscuro y silencioso, a pesar de haber luces y mucha gente. Da la sensación de estar en una cueva, en un subterráneo, en un túnel secreto redondeado con arcos, a pesar de que es un primer piso.

Lo primero que ves mínimamente iluminado es una foto de una señora de piel negra con una mano minúscula apoyada en su boca. ¿De quién será la mano? Te acercas al (minúsculo también) panel informativo, no por su contenido sino por su tamaño, y sabes de quién es la mano y qué miseria es la que le ha tocado vivir. Como te duele, o mínimamente te afecta, o mínimamente te encoge, te giras con ansias de ver algo menos comprometido. Te encuentras una retahíla de fotos de deporte: Sharapova gana un partido y está la mar de contenta, Andy Rodick realiza un revés descomunal, una saltadora se deja la cabeza en el trampolín, un niño africano se entrena en la barra de ballet (con las puntas de las puntas destrozadas) a un boxeador se le cae el protector dental después de un puñetazo y unas patinadoras callejeras estadounidenses tatuadas, literalmente, hasta las cejas, se dedican a empujarse las unas a las otras y a hacerse moratones (por si no teníamos suficiente violencia, éramos pocos y…). Ah, y un toro dejando fuera de juego a un caballo en una corrida. (parió la abuela, o la burra, o el burro).

Pero ojo, porque empiezan a mostrarnos lo desgraciado que es el planeta tierra y sus integrantes. Nos empiezan a mostrar a unos jóvenes de China trabajando 24 horas al día en la reproducción exacta y perfecta de obras de Van Gogh o de quien se tercie. Ojo, porque nos empiezan a relatar el proceso de un cáncer de mama en una mujer (con todas sus fases: dolor, creencias en Dios, cabellos rapados al cero, implantes mamarios, medición por parte se su hija pequeña de los centímetros que crecen de pelo en su cabeza, día tras día, etcétera).

Pero cuidado, porque hay muchas guerras y catástrofes naturales, o simplemente, mierda en el mundo (con perdón). Cuidado porque hay niños que se han quedado ciegos por culpa de la desnutrición y juegan a fútbol con una pelota que integra un cascabel. Cuidado, porque hay un niño que cada día le ata los botones de la camisa a su padre porque este tiene ambos brazos amputados por vete tú a saber qué desgracia.

En medio de todo este dolor, de este supuesto dolor suyo y nuestro, nos muestran un blanco puro, un blanco polar que nos deja con la intención de respirar. ¿Qué es esto tan blanco? ¿De dónde ha salido? Pero, atento, hay una mancha roja en medio de esta pureza. Tranquilos, es algo normal, un oso polar se está comiendo a una foca. Ley de vida, cosas de la cadena de alimentación. Se me antoja como una metáfora de los humanos. Tranquilos, es ley de vida que nos destruyan los huracanes y los terremotos (Qué hija de puta la madre naturaleza,-con perdón, otra vez- no es sabia, sino que tiene mala baba, ¿quién será la madre de la madre naturaleza? No quiero ni imaginármelo). Tranquilos, es ley de vida que nos maten en la guerra. Tranquilos, es ley de vida que nos sorprendan enfermedades terminales. Tranquilos, es la mierda de mundo que le ha tocado vivir a la foca, ser una mancha roja intensa que joda la foto o que la haga aún más bonita.

Crees que estás solo en la exposición, te acercas tanto a las fotos para leer la minúscula letra de la explicación que parece que no haya nadie más. Los gafapasta no ven si hay alguien al lado suyo, la montura de las lentes no se lo permite. Eso da aún más sensación de intimidad con la foto. Pero te giras y te chocas con alguien, perdón, perdón. Hay tanto silencio, tanta parálisis. Sólo se percibe algún movimiento de negación con la cabeza. No, no, no, este mundo no puede ser tan mierda. No, no, no, no puede haber tanta injusticia. No, no, no, no me cabe en esta misma cabeza que está haciendo movimientos de negación todo lo que veo. Y algún que otro sniff pero no de llanto, sino de mocos, porque en dos días parece que el invierno ha llegado.

Sigues y cada vez los ánimos van decayendo. O mínimamente decayendo, o imperceptiblemente decaen. (No quiero globalizar las sensaciones, así que: los míos decaen). Un soldado patea la cabeza de un civil en la Rue de l’entente (calle de la armonía). Gente se juega cada día la vida cruzando un puente de madera destruido por un terremoto de seis o siete grados en la escala Richter en Pakistán. Un niño se agarra al cuello de su padre con el único brazo que le queda, el otro se lo están cosiendo tras amputárselo. Un hombre mira a un paisaje propio de Apocalypse now tras el paso del huracán Katrina, territorios inundados y casas ardiendo entre palmeras. Un poco antes, o un poco después, bandas callejeras (maras) de Ciudad de Guatemala se matan, no en la calle, sino en la cárcel, cortando cabezas de cuajo, más propio de Tarantino que de otra cosa. En otras cárceles, esta vez de África, los presos no caben en las estancias. Todos duermen apiñonados en el suelo y no se mueven ni cambian de postura hasta que uno de ellos, designado a esa tarea, avisa. Por otro lado, una niña negra vestida de blanco, yace en el suelo después de haber muerto a causa de la disentería. Hay mucha gente a su alrededor, mirándola. Me recuerda a La santa de Gabriel García Márquez. Todos parecen esperar un milagro… esa niña: ¿pesará?

Poco más o poco menos recuerdo de esa exposición. Solo me viene a la mente que salí de allí pensando que, somos todos unos animales, sino…sino no lo entiendo.

viernes, diciembre 15, 2006

Doppelganger (II)


Que no miento si os digo que hay una doble que camina a mi lado. Aunque no sepa cuál de las dos es.

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foto: gotita

domingo, diciembre 10, 2006

David me da miedo

A veces tengo miedo de quedarme a solas con David. Me vienen a la mente imágenes de la noche en que casi se muere. Le veo de color morado en el suelo y con espuma en la boca. Yo corriendo por el camping y las piedras clavándoseme en las sandalias. Yo llamando por teléfono y su hermano llorando abrazado a mí. Yo imaginándome el discurso que soltaría en su velatorio.

Le miro, con esos ojos tan azules a punto de salirse de su hueco, y me da miedo. Pienso en esos dos ojos tan azules rodando por el suelo.

Cuando me siento en su cama, David mira a la puerta en vez de a mí. Siempre pienso que está viendo a alguien a punto de entrar, y me da miedo. Es entonces cuando yo miro la lámpara colgada del techo, que siempre se balancea. Luego, intento buscar explicaciones: el metro pasa por debajo de su edificio, el diseño arquitectónico tiene algún fallo y se tambalea la estructura, eso hace que, al pasar los coches por la calle, se muevan los cimientos y así el techo y así la lámpara no para quieta. Etcétera.

A veces me lo imagino en posición reptil, camaleónica, siendo piedra en la iglesia de Banyoles y siendo tierra en una montaña de Graus, convirtiéndose a veces en abeja y, a veces, en culebrilla.

Le oigo respirar fuerte en templos budistas y recitar tantras. También me da miedo. Creo que le va a entrar tanto aire que se va a ahogar. Creo que va a entrar en trance y se va a evaporar.

Siempre me mantengo en alerta cuando él está cerca, por si acaso. Es una sensación extraña, esta. Que te dé miedo tu mejor amigo.

lunes, diciembre 04, 2006

Despites (Il)

Mientras iba en el coche explicándole a mi hermano mi creencia de que el despiste es debido a que hacemos una cosa pensando en otra, iba intentando acordarme de cómo se dice miolar en castellano (maullar) para escribirlo en un sms y abrí la puerta del copiloto en plena Ronda del Litoral en vez de la ventana para que mi bufanda del Espanyol ondeara al viento.

miércoles, noviembre 29, 2006

Mirando sin mirar

Primero fue Gregor Samsa plastificado en negro, indeciso, intentando cruzar y al día siguiente, sin cabeza.

Luego fueron osos de peluches sucios, balones de fútbol deshinchados o cortados por la mitad. Animales muertos, viendo día a día su perfecto ciclo de putrefacción. Palos de escobas, llantas abandonadas y chanclas desgastadas. También un cinturón y un casco de plástico blanco.

Después fueron unos hombrecillos vestidos de fosforito yendo de un lado para el otro con aparatos en la mano, y ese fue el último día en que el viaje desde mi punto de partida hasta mi destino fue entretenido. Ese fue el último día en que me jugué la vida mirando hacia los lados de la carretera en vez de hacia adelante.

jueves, noviembre 23, 2006

Sobre la vida de un banco-balcón

Cuando pensamos en un banco nos sobreviene, inevitablemente, la imagen de un banco de madera, solitario, esperando en un parque, incluso con las hojas otoñales sentadas sobre él. Pero, en un espacio aislado de Barcelona, hay un banco que difiere de esta triste imagen. Es un banco lleno de color, serpenteante, en lo alto de un montículo desde dónde se ofrece una panorámica privilegiada de la ciudad. Un lugar que invita a la reflexión y en consecuencia, fuente de inspiración para artistas y bohemios. Sin embargo, este también es un paraje altamente promocionado desde el punto de vista turístico.

En cada uno de los peregrinos existen razones distintas para acudir a este lugar. El reclamo puede deberse, o no, a la dimensión que ha adquirido Gaudí a nivel internacional. Sea come fuere, lo cierto es que el famoso banco del Parque Güell ha devenido un lugar que, a ciertas horas del día, deja de lado su carácter humanista y espiritual para acoger un gran número de turistas. De esta manera, se convierte en una zona de recreo donde multitud de personas hacen su parada obligatoria y se explayan de formas diversas.

La sensación que evoca este banco es provocada por el dibujo, el colorido y la forma del mismo. El banco del Parque Güell es el reflejo de una variedad cultural. Indagando en él descubrimos que, de la misma manera que los pedazos de vidrio y cerámica forman el mosaico de colores, las personas que allí se encuentran crean también un mosaico cultural. Cada persona, familia o grupo de jubilados son pigmentos que representan realidades dispares pero que, al congregarse en un mismo espacio, dan lugar a este cuadro variopinto.

Nos hemos encontrado con multitud de anécdotas, situaciones curiosas, personas y personajes esperpénticos, pero aquello que hemos querido resaltar y dar a conocer son los pequeños momentos de reposo de un turista cansado, al que casi podemos oler sus pies; la complicidad de niños y padres jugando durante unas vacaciones; la inspiración de un artista al contemplar el paisaje desde el balcón de Barcelona; la curiosidad de un bebé al asomarse y sentirse más grande por una vez; la expectación de unos turistas maravillados ante el panorama que se les presenta y entre todo ese gentío y movimiento, la tranquilidad que se puede sentir al sentarse en nuestro banco y simplemente observar lo que sucede a su alrededor.

Y es ese momento especial lo que precisamente hemos querido retratar, ese fragmento de la vida del banco del Parque Güell, que sirve para reposar, inspirarse o jugar, pero también para sentarse y ser banco. En el que te sientas y ves eso que él ve, ese mundo que se construye cada día, distinto y único cada vez.


































































































































1. Sentada en el libro
2. Gaudí hipnotiza perros
3. A la cabeza de Barcelona
4. No me hagas cosquillas
5. Mientras dormías
6. Estuve en Barcelona y me acordé de ti
7. Fotolplix Fotolpix, mucha foto y poca money
8. El pie de la foto
9. Soy el rey del mundo. Aka Me como la farola
10. Jaque mate y dado
11. Mira más allá de su propia pipa


Autores: Ainara A., Judih F., María F., Laura G., Daniel M.

jueves, noviembre 16, 2006

Exposición Agustí Centelles: Les vides d’un fotògraf 1909-1985.



Al primer paso que doy en la exposición me encuentro a un señor francés que me explica que Agustí Centelles durmió nosecuantos años en esa cama pequeña, que era un buen hombre, y muchas cosas más de las que no me entero, poniendo por delante mi tozudez de no leer los subtítulos y hacer todo un écoutez en condiciones. Entro en su cara a través de unas cortinas de plástico, sin saber lo que me ocurrirá al traspasar la frontera de la Barcelona del 2006 a la de los años 30.

“¡Qué 900 pesetas más bien invertidas!”, pienso y digo a mi acompañante, al comprobar que es lo que le costó a Agustí Centelles esa cámara ligera, pequeña, portátil, que en aquella época resultaba ser un juguete, capaz de hacer tres fotos de una misma jugada de fútbol. La Leica. Veo el campo del Barça, el campo del Espanyol, saltos de pértiga en Montjuïc, vueltas ciclistas, etc. No conocía esta faceta de Centelles. Veo actos festivos de Barcelona: niños en las calles de Gràcia, la Fira de Santa Llúcia en Navidad, el día de la Palma, las hogueras de Sant Joan, una Barcelona cuanto menos idílica. Pero eso, en el siguiente pasillo, se acaba: las cosas se ponen feas en Barcelona.

Los nacionales intentan hacerse con la ciudad en el año 1936 y hay una resistencia sin igual, todos en las calles, en las barricadas (A las barricadas), disparando, defendiendo Catalunya. Iglesias destrozadas, y por qué no, arte destrozado, agujereado, quemado. Curas y monjas huyendo. Transporte público colectivizado, las pegatinas de CNT decoran autobuses y tranvías, y, “¡Ostras!, ¿qué hace George Orwell allí al fondo? De verdad que este se metía en todos los fregaos”.


De
ese contexto es la foto (sorprendentemente cortada, porque también podemos centrar a posteriori la fotografía en el detalle de la realidad que más nos interesa) de tres milicianos parapetados detrás de dos caballos muertos, apiñonados, disparando hacia no se sabe dónde pero sí hacia qué. Es una de las imágenes captadas por Centelles que más vueltas ha dado al mundo. Y para mí es inevitable pensar en la muerte de los caballos, más que en los disparos de la resistencia republicana. Porque ellos, ¿qué saben de guerras? ¿Cómo le podrías explicar a un caballo que hay un país lleno de caballos igual que él, pero que un día, o dos, o tres años se enfadan todos y empiezan a matarse, y ganan unos y otros muchos caballos tienen que irse corriendo a otros países de caballos…? y el resto de la pegunta, por desgracia, ya lo sabemos todos. Y a toda esa carne de caballo muerto, quizás le queda el consuelo de que un día sirvieron para que tres milicianos republicanos se salvaran (quizás, también) de decenas de disparos. Y esta reflexión, esta pregunta, para todos aquellos inocentes, y para todos aquellos que no les puede caber en su cabeza (inocente), mente (inocente), cerebro (inocente), que no pueden procesar la información (no tan inocente) de que pueda haber guerras por ideas y entre hermanos, y que además, hayan tenido que luchar obligados en ellas.

Otra imagen que me asalta es la de un guardia muerto en el suelo, sólo se le ve los pies y la gorra, porque el resto de su cuerpo está tapado por una bandera de Catalunya, por les quatre barres, y a pesar de ser una foto en blanco y negro, se ve el color amarillo y rojo.

En el siguiente espacio veo euforia colectiva, algunos hombres y mujeres se van, contentos, a luchar al frente de Aragón. Algunas mujeres se quedan, no tan contentas, lloran y dan los últimos besos a sus maridos. Y desde una Barcelona setenta años más vieja, noto el sabor de esos besos: polvo y pólvora.

Murmuro a una de esas fotos, con pena: ¿Cómo podéis iros tan contentos a una guerra? ¿No sabéis que os van a matar? ¿No sabéis que vais a matar? No sabéis que, setenta años más tarde, aún en esos lugares va a sentirse el temblor de las paredes y la esencia de la destrucción? (en Belchite, por ejemplo) Y lo peor de todo, queridos milicianos, ¿es que no sabéis que en esta guerra no ganó nadie, más que el límite de la crueldad?.



Y no se puede olvidar el bombardeo de Lleida y el rostro de desesperación de esa mujer arrodillada al lado del cadáver de su marido, que por ironías de la vida y con la banda sonora de la voz de su hijo de fondo, descubrimos que fue matado por un avión que defendía su causa. Y el descontento del primogénito al sentir que la foto del máximo dolor de sus padres es una de las imágenes más conocidas de la Guerra Civil. Quizás mejor que ese dolor quede en casa.




Lo que ya sabemos todos, en el 1939 toda la euforia, las ilusiones, las esperanzas de nuestros protagonistas se van al traste. Agustí Centelles se autoexilia a Francia y queda internado en el campo de concentración de Bram. Esta vez, la banda sonora es la lectura desoladora de su diario personal, donde cuenta las miserias vividas. Se me viene a la cabeza, tristemente, que ni siquiera el exilio era la salvación para los que habían defendido la causa republicana. Y es que el límite de la crueldad, el ganador, traspasó incluso fronteras. Quizás a Centelles le salvó su carné de periodista expedido por las autoridades francesas. Quizás los centenares de negativos que llevaba en su maleta y que no vieron la luz y la positivización hasta muchos años más tarde. Y no habiendo salido de una guerra, se metió en otra: La Segunda Guerra Mundial. Defendió la resistencia francesa falsificando documentos, y tuvo que volver a exiliarse al ser descubierto, paradójicamente, a su propio país, donde vivió de forma clandestina durante años.

Salgo de este espacio y siento como un alivio a la angustia revivida, bajo unas escaleras, miro un trozo de calle de la Barcelona del 2006, donde no hay disparos ni caballos muertos, entramos en otro espacio, donde lo primero que veo es un “bodegón industrial”. Pienso que me he equivocado, que he entrado a otra exposición, pero sigo viendo el título de Agustí Centelles en las paredes. También fotos de los laboratorios Uriach, de conejos y ratones en experimentos, de mecanismos, de Siemens, de modelos guapas en jeans, de una máquina de chupachups, de unas chapas de Fanta y Cocacola, de un trozo de un perfecto mercado de La Boquería (ah no, no es una foto, es un ventanal, disculpen). Qué cambio más radical. Qué diferencia de vida de fotógrafo. Qué diferencia de país. Qué diferencia de realidad.

Salgo a la calle y veo unas paredes empapeladas y llenas de graffities divertidos, de otro arte para subsanarte. Maldigo no llevar una cámara en ese momento, y no poder retratar ese detalle de realidad, ese detalle de suerte de Barcelona en la que ahora mismo paseo, y vuelven a mis ojos una imagen de principios de los 30, cuando unos centenares de niños esperaban contentos e impacientes la salida de unos payasos en una calle decorada de Gràcia.

viernes, noviembre 03, 2006

Malos presagios

Justo antes de salir de la peluquería se dio cuenta del terrible dolor de cabeza que le había causado cortarse el pelo en pico. Lo consideró un mal presagio.

Justo antes de que acabara la manifestación, se dio cuenta de cuánto le dolían los huesos y de lo prominentes que resultaban las ojeras. Lo consideró un mal presagio.

Justo antes de salir de casa, se dio cuenta de que su camisa (negra) no olía a él. Lo consideró un mal presagio.

Justo antes de salir del hostal se le rompió la cremallera de la falda granate de pana. Lo consideró un mal presagio.

Ambos se avisaron de los inconvenientes, de los infortunios, de los malos presagios. A ambos se les ocurrió cancelar el encuentro. Se les pasó por la cabeza la situación de torpeza y de adormecimiento, de silencio y parálisis.
Ambos consumieron el día y la noche esperando una llamada del otro para anular la cita.

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N. del A. Gracias a Aizun y Patri por ayudarme a concluirlo una semana después de haberlo iniciado.

martes, octubre 31, 2006

Te regalo coces y hoces, terribilitá

Hoy, si llamara a mi puerta una panda de niñatos disfrazados de fantasmitas los envolvería en caramelo y me los tragaría sin masticar. Sólo salvaría a aquel de la ortodoncia que no puede comer sugus y que dedicará su vida a fabricar chocolate.

Hoy, si me miraras, te dedicaría mis ojeras y te halagaría con mi cara de mala hostia. En vez de besos te tiraría hoces, guadañas afiladas de muerte y coces de yegua.

Tengo la pulsión tanática más aguda que nunca. Bebés volando y hámsteres con las costillas aplastadas. Serpientes a rodajas y pajarillos explotados.

Hoy escupiría en el centro de una diana cada uno de los piñones de un panellet, cada piel sobresaliente de cada castaña. Cada kilogramo y kilocaloría de más.

Hoy, no me importaría que volviera ese gato personificado que amenazó con matarme al borde de un precipicio, mientras le respondería de nuevo: “mátame y déjame en paz, si tienes huevos, gatodemierda”.

Parafraseando a un grande, escribiría tu nombre en boñigas de vaca seca. Te haría un ramo de cardos borriqueros y de postre te ofrecería higos chumbos.

Volvería a aquel rincón siniestro donde compartimos unas horas y le lanzaría un coctail molotov para que nadie volviera a payasear en él. También en aquella cama llena de sangre. También en aquellas sábanas rugosas. También quebrantaría del todo aquel somier astillado.

Volvería a conducir con las manos en los pedales desde el asiento de detrás, sorteando los choques en cada esquina, atropellando a york shires con lacito en el pelo.

Tan cerca de la autodestrucción que me iría a Montjuic a hacer footing, o running, o spinning.

Hoy volvería a aquella maldita puta mesa coja a hablar contigo de lo que hay detrás y no volvería a escribir en mi puta vida.

Sí, es verdad que la línea entre los vivos y los muertos hoy está más cerca, más abierta y más sensible que nunca, sino que me lo digan a mí.

Terribilitá.

lunes, octubre 09, 2006

camisa roja, camisa blanca

Lugar: 12.00h, clase de Guión Radiofónico con Armand Balsebre

Consigna: monólogo de un minuto que contenga metáfora, comparación, descripción, espacio, tiempo, forma, color y movimiento.

Autores: María F., Judith F., Laura G. Frank R.

Basado en una historia que tuvo el fin de semana nuestro compañero Frank R.


No me gustó su camisa roja ni el movimiento lacio y constante de sus pequeñas manos. Hacía demasiado frío para ser las cinco de la tarde, y su camisa roja no iba acorde con el grisáceo de la cuadriculada ciudad. ¿Por qué se volvía a acercar tanto a mi boca? Aroma a Colombia en aquel lugar del que acabábamos de salir. Él insistía en ir a cenar a su casa, pero mi camisa era demasiado blanca para su camisa demasiado roja, para el demasiado frío que hacia, para las demasiadas ganas de no hacer nada. Él, como un gusano envuelto en seda roja y sediento; yo, como una flor de algodón envuelto en blanco y harto de beber su vino. Mientras me iba alejando de él, se arrastraba rastreando mi rastro. Quería comerme, pero él no sabía que el algodón en flor hiere. Me apetecía estar solo, caminar toda la tarde, calle tras calle, boulevard tras boulevard. Así que me fui, recordando que, casualmente, mi camisa blanca sí que iba acorde con el gris de la ciudad.

viernes, septiembre 15, 2006

Un cronopio y una fama cogen el tren (con permiso de Júlio Cortázar, que en paz descanse).

Un cronopio y una fama cogen el tren.

El cronopio desea con todas sus ansias patinar por los raíles, asustar a los pasajeros en los túneles oscuros (uuh), hacer tirolina por el tendido eléctrico, ser el viejecito que con una caña pretende rescatar un higo antes de que sea breva, bañarse en esa balsa llena de sapos y renacuajos, vivir en esas casas circulares que ve al fondo, dibujar en las paredes caballitos de mar y romper en pedacitos todos los diarios gratuitos que ve en los asientos, o hacer avioncitos, pajaritas y barquitos con ellos. Ser chino en china e hindú en la india. Hundirse en los granos de trigo que no ve, pero que están en los contenedores de metal, seguro. Ser un coche de color azul (lluvia).

La fama desea con todas sus ansias sentarse. Escoge cuidadosamente el asiento, escoge estratégicamente el asiento, tiene que tener luz pero que no le dé el sol de cara, tiene que ver al resto de las famas para pensar que no se ha equivocado de tren, ni de dirección, que van todos hacia el mismo lugar, para pensar que no está sola. Mira de reojo al cronopio que mira ilusionado por la ventana y alrededor, y le molestan sus suspiritos y el brillo de sus ojos. Mira de reojo al niño que lloriquea, al chino que habla a voces, a la rumana que pide clemencia (y dinero) y al gordo que escucha heavy metal y que pretende que todos lo hagan. Y los mira de reojo, un poco iracunda, porque no le dejan leer cui-da-do-sa y es-tra-té-gi-ca-men-te to-das las sí-la-bas y los fo-ne-mas de e-se gran li-bro de li-te-ra-tu-ra u-ni-ver-sal que todas sus amigas famas han leído y ella todavía no, y no podrá hacerlo si el universo trenil no se calla.

De mientras, el cronopio está deseando que el maquinista se equivoque de raíles y el tren no llegue nunca a su estación, y así poder seguir imaginando que vive en los pisos de colorines que están encima de la montaña o que chapotea en los gigantes barriles de cerveza de la Damm.

La fama se asusta un poco, porque el tren se ha desviado por un camino que no conoce, mientras ve agitarse al cronopio por la misma razón. Pero llegan a la estación. La fama guarda su gran li-bro-de-li-te-ra-tu-ra u-ni-ver-sal, se mira (de reojo) al espejo asegurándose que ningún rastro de sangre mancha su pantalón , que no tiene ninguna pegatina enganchada en el culo y que ningún rizo se le sale de su perfecta cola de caballo mientras olfatea con cara de asco el hedor de algún sobaco masculino. El cronopio se levanta dando un saltito y llora desconsolado porque el viaje ha terminado.

domingo, septiembre 03, 2006

Despistes


Sí, soy un poco despistada, y creo es producto de vivir en el Mundo-Maga (el de la torpeza y confusión, y el del despiste)

Soy capaz de meter una cucharada sopera de sal de fruta en un vasito de café (y el volcán Eno que eso conlleva)

Soy capaz de no poner el freno de mano de mi coche y llegar a los diez minutos y ver a una mujer intentandolo detener con latas de cocacola y piedras. También de ir de noche sin luces, claro.

Soy capaz de darme cuenta al cuarto día de que tengo mi tarjetero ilocalizado (con tarjetas de crédito, carné de conducir, etc.). Y de perder repetidamente el DNI, por supuesto.

Soy capaz de encender el horno con las sartenes dentro, y extrañarme del olor a plástico quemado como si viniera de Japón. También de dejarme la cera calentando eternamente en el fuego y que se incendie el cazo y se quede el olor a cera de chocolate quemado impregnado unos veinte días en mi casa.

Soy capaz de comprar las entradas del cine en el Servicaixa, presentarme en el centro en cuestión con Anuska y que me digan que corresponden a un cine que está en la otra punta de la ciudad.

A veces no lo hago sola, me acompañan mi hermano, la ya mencionada Anuska, Marina o Mire, todos ellos son también partícipes de mis despistes, como el de ayer.

Llegamos a la feria, a Anuska se le había antojado subirse en el Aladín y en la Rana. Nos disponemos a comprar la ficha que nos dé el pasaporte al cielo de Santa Coloma (xDD), vamos a subir al Aladín y cuál es nuestra sorpresa al descubrir que habíamos comprado dos fichas para el Tren de la Cucaracha. Rojas como dos tomates de huerta decidimos salir corriendo del lugar. Optamos por quedarnos las fichas y enmarcarlas junto a las entradas de cine que nunca se rompieron. Y es que no se puede ser tan despistada, somos, en toda regla, dos empanadas gallegas.




Ficha del Tren de la cucaracha. Estas imágenes dan fe de nuestra hazaña.

miércoles, agosto 30, 2006

Mi chupete se lo llevaron en un cesto de mimbre

El día en que operaron a mi padre del tabique nasal, mi abuela se llevó en aquel cesto de mimbre mi chupete, y a partir de ahí, nada fue lo mismo.

Recuerdo su cesto en el pasillo, el largo pasillo que tenía al fondo el Guernika (que me horrorizaba, que yo imaginaba como maniquís desnudos de tienda de moda, descuartizados, desfilando por la cinta de la caja de un supermercado) su cesto de mimbre de la compra en mitad del pasillo, a la altura de la cocina, su cesto vacío, sólo con mi chupete dentro.

- Qué pies más bonitos que tienes- me dijo, mientras me tapaba con una toca.

“Qué curioso”, pensé, “Mi padre se pasa el día diciéndome lo bonita que soy, pero de mis pies, nunca ha dicho nada”. Entonces me estuve mirando los pies durante un buen rato, pensando en si eran bonitos o no. Me acuerdo nítidamente: estábamos las dos en el sofá de escai pelado marrón, a oscuras, la tela rala me cubría todo menos los pies, que yo seguía mirando, estábamos a oscuras y la luz de la televisión nos iluminaba. Y me acuerdo perfecta y nítidamente porque tenía cuatro años, y a esa edad, que se lleven tu chupete, es una tragedia que se recuerda toda la vida.

Al día siguiente lo estuve buscando desesperadamente en los jarrones, en los estantes con las cintas de video apiladas, en el cajón de las bragas de mi madre, en los maletines de mi padre, detrás de la lavadora, en el cesto de la ropa sucia, entre los libros de texto de mis hermanos (y de sus revistas porno), detrás de los cuadros (detrás del Guernika, incluso, enfrentándome a las cabezas rotas de los maniquís, con dos cojones, todo sea por mi chupete), detrás del cuadro de la mujer azul que, mirando hacia atrás, enseñaba el culo en la playa, y era azul la mujer, os lo juro, y enseñaba su perfecto y redondo culo a todo el mundo que entraba a la habitación, y su rosa negra, y un pecho suyo, solo uno, azul también.

- ¿Dónde está el chupete? – le dije a mi madre seria, sin balbucear, yo vocalizaba perfectamente desde los dos años.
- Se lo ha llevado la yaya en el cesto de la compra.

Lloré, como estaba previsto por las autoridades del lugar, durante dos días seguidos. No dormía, ni comía, ni consentía que me peinaran, sólo lloraba. La sintonía de mi llanto era el réquiem por mi chupete. Maldito cesto de mimbre, y maldita mi abuela que se llevó mi chupete a traición. Desde aquel día, no volví a mirar con cariño a mi abuela. Mucho tiempo después mi madre me confesó que mi abuela no se había llevado el chupete, que había sido una mentirijilla suya porque no había forma humana de deshacerme de aquel trozo de plástico (mi madre y sus cortamos-por-lo-sano) pero entonces ya era demasiado tarde: el odio y el rencor ya estaba infundado.

No soportaba que mi abuela me achuchara cortándome la respiración, que sus enormes tetas me aplastaran la cara, ¿Estaría el chupe entre esas dos? ¿O dentro del perro de porcelana que miraba con cara de odio en la puerta del comedor? ¿O en el último cajón del pequeño armario con música (preciosa y entrañable música) donde guardaba sus joyas? Conspiraba, husmeaba, trapicheaba, espiaba, buscaba, pero de mi chupete, ni rastro.

Una vez perdida la esperanza de encontrar mi chupete, me centré en el de los demás. Era muy doloroso ver aquella preciada pieza en la boca de los otros, esperaba cualquier despiste de la criatura para saborear durante unos segundos, a escondidas, su plástico insípido, morder con gusto su plástico indestructible, tactar con la lengua su plástico liso y moldeable, mirarme al espejo y pensar qué bien me sentaba el chupete en la boca.

Y ese fue mi método durante muchos años, siempre a escondidas, rodeándome de criaturitas preciadas. Cerraba los ojos y, ah, chupete en boca, qué gusto, qué recuerdos, qué ansiado momento, mi chupete a hurtadillas, yo, y esa tensión por que nadie me descubra chupeteando. Luego los lavaba cuidadosamente, higiene ante todo, y los dejaba allí donde los había encontrado.

Nadie sabía la historia de mi secreto hasta hace unos meses:

- Cierra los ojos- me dijo B. un día, en la cama, - pero ciérralos, ¿eh? Que es una sorpresa.

Cerré los ojos a la espera de algún miembro sexual, alguna golosina o algún juguete.
- Abre la boca.

Y me introdujo el chupete. Un pequeño y liso chupete de color rosa y lila, Hero baby.

- Era tan injusto que no tuvieras un chupete…

La sensación de hormigueo que sentí por toda mi boca, y al momento, por todo mi cuerpo, es algo inexplicable. Lo chupé y requetechupeé todo lo que pude y más. Y luego lloré, durante dos días y dos noches, no comí ni dormí, ni siquiera me peiné, lloré y la sintonía fue el aleluya por mi chupete, por la recuperación de mi chupete.

B fue y lo encontró. B. buscó en todos los cestos de mimbre habidos y por haber, en todos los cajones de bragas del mundo, detrás de todos los cuadros de todas las galerías, pero fue la farmacia quien le dio la solución.

Ahora escribo con el chupete en la boca, me lo pongo siempre que no hay nadie en mi casa, le paso la lengua con cariño y lo muerdo con furia, estiro de él, le doy besos. Nuestra historia sigue siendo un tabú en el mundo, y es una lástima, porque es muy pequeño y sólo me llega a medio paladar. En mis sueños más perversos aparece un chupete que cubre todo el cielo de la boca, que llega hasta la última muela, que acaricia toda la lengua, pero de momento, me conformo con el que tengo.

Mi abuela murió y no lloré, los cestos de mimbre quedaron desfasados y no lloré, mis pies, dicen, siguen siendo bonitos, la toca rala la quemé acercándola demasiado a una estufa sin varillas, el tabique nasal de mi padre ahora son cenizas en un río, mi madre sigue cortando por lo sano todo lo que le atañe, el Guernika fue sustituido por un armario y la mujer del culo azul... la mujer del culo azul, y la rosa y el pelo negro, no sé dónde andará.






jueves, agosto 17, 2006

mi amiga la lite...


He aquí mi amiga la lite. Os la presento: me la encontré en las fiestas de Gracia ayer encima de mi cabeza. Desde entonces, y aún más, no me la he podido quitar de encima. Es tan bonita...

Me recordó a las exposiciones de cuentos y poemas que hacía en mi habitación años ha. Colocaba un hilo de punta a punta y con pinzas de la ropa colgaba los papeles donde escribía mis poélicas e invitaba a todos los miembros de mi casa a que fueran a leerlas. Qué idilico todo.


Para hacer un honor a este lugar y a todos vosotros, intenté atraparla poniéndome de puntillas, pero es hábil y astuta, y cada vez que me acercaba, subía más y más arriba. Por una ilusión óptica parece que la estoy tocando, pero no, queridos puntillosos: solo es cuestión de perspectiva, de profundidad de campo, de ilusiones.

martes, agosto 15, 2006

Su casa bajo el sol

Era tal y como me la había imaginado: su casa. Olor a tierra, madera y libros húmedos. Su olor a hierba. Y a tabaco de liar.
Su casa: jardín descuidado y telarañas reproduciéndose cada minuto en cada esquina, hueco, ángulo de su casa.
Su casa: cientos de novelas, vinilos e instrumentos. Su casa, tan suya, tan cronopial, su perro tan saltimbanqui y tan francés: Monsieur Pancheau, enchanté de vous connaître.
Su escasa decoración del salón: una foto de un carrusel con cuatro caballos de madera a la vista, en b/n, nevado; un póster de un concierto de blues del año nosecuantos; una especie de xilofón desentrenado colgando de la pared. Y una chimenea, que creo que funciona, por lo tanto no es decoración, y es vieja y entrañable.
Su habitación: pilas de cds de música, pilas de libros de psicología, filosofía e informática, diferentes ediciones de Rayuela; cuadros de Dalí, un bonsái seco (con telarañas de rama a rama, pieza de museo) y más instrumentos, y más telarañas, y una cama de matrimonio para los dos, lo único esencial e imprescindible.
Su casa bajo el sol: cenábamos con el sol todos los días, y me extrañaba. Miraba por la ventana el anochecer mientras comía, poco a poco, su perfecta tortilla de patatas y cebolla. Él miraba atento cada movimiento de mi mandíbula y cada cara de gusto: “No me mires, y come tú también, que estás en los huesos”, como una madre, igual.
Su casa del revés: calcetines en las estanterías, libros en el bidé, grifos en el sofá, cojines en el retrete, sábanas en la cocina, ollas en el comedor, libros en el jardín, césped en la lámpara, luz bajo la tierra, lombrices en el techo, y la foto, la foto salió movida.
Su casa, donde lo importante es volver.

viernes, agosto 11, 2006

Pendiente Busca Pendiente

¡Un nuevo blogg lanzado por LaMaga a la bloggesfera!
Se trata de un sitio de unión para los pendientes solitarios que bucan pareja, un tipo de meeting- match point-buscaamor para pendientes, zarzillos, arrecades, como queráis. Espero que participéis activamente. ¡Gracias!

www.pendientebuscapendiente.blogspot.com

viernes, julio 28, 2006

Hoy la cosa empieza bien...

...más que nada porque no le despierta a una todos los días el cartero llamando al interfono y preguntando por La Maga.

- ¿La Maga?
- Sí, tengo una carta certificada para ella. Es Córcega 16, ¿no?
- Sí, ahora bajo.



La abro, sabiendo perfectamente de quién es la carta, reconozco al instante la letra, redonda y bonita. Me acuerdo en ese momento de un girasol de peluche, que siempre mira al sol, esté o no, que no da pipas, que siempre reluce. Giraluna.

¿La abro? ya está abierta. No sabía que dejaran trabajar en correos a los cronopios.

Julio Cortázar: Narraciones y poemas. De viva voz.

Pasa un buen verano y sé feliz.

La verdad, es que desde hoy, un poco más. Gracias.

jueves, julio 27, 2006

Caixa Catalunya patrocina una clase de literatura maguinal



Es curioso. Trabajo de promotora de Caixa Catalunya haciendo el carné universitario en el Centre Superior de Dietètica i Nutrició. Pero esto no es lo curioso, sino que el recinto, antes, era un manicomio.

Me paseo por la clase vacía pensando en que soy la profesora y doy una asignatura magistral sobre Literatura. Hoy, el elegido, como no, es Julio Cortázar. (En estos momentos el asistente del Word me indica que estamos en julio, gracias, no había caído).

Hablo a los alumnos (mis alumnos dibujados) sobre cuentos y más cuentos, les cuento uno. Me interrumpen: shhht estoy haciendo una clase. Pero… vengo a hacerme el carné universitario. Ah, sí, claro, es aquí, pasa, siéntate, ¿cómo te llamas? ¿Laura? Anda, otra tocaya, ya han pasado tres por aquí hoy. ¿Por dónde íbamos queridos alumnos de aire? Ah sí, Rayuela, el final en un manicomio, donde trabajan Horacio, Talita y Traveler, entre otros. Los piolines, las cuerdas, las trampas. Hace un sol increíble, pero sólo entra un rayo por la ventana del fondo.

Me asomo, a la ventana, se entiende, no al rayo. Decíamos: me asomo a la ventana y busco a Talita, si las cuentas no me fallan debe de estar ahí abajo dibujando una rayuela, pero no está, las tizas no pintan sobre la hierba verde. En cambio, veo edificios preciosos, parece un palacete en vez de un manicomoio, hay masías, una iglesia con tintes góticos, torres (¿de vigía?). En ese momento me acuerdo de cuando mi madre cuenta que el principal motivo de diversión y a la vez de miedo para los niños de santa Coloma de hace cincuenta años, era ir al manicomio de Torribera. Los más atrevidos se tiraban por el terraplén para llegar a las vallas del recinto, ávidos de ver a algún loco desnudo pegando gritos. Ahora ya no se puede, porque no hay terraplén ni vallas, hay una autopista que delimita totalmente la zona, pero en cambio hay un puente transparente (a loco que se interna, puente de plástico -transparente y rojo-).

Suenan las campanas, ding dang dong, será que a los locos también nos hacen ir a misa.

El alumno que está más cerca de la ventana y cuya cabeza está alumbrada por el rayo de sol me avisa de que hay un tumulto de gente abajo mirando hacia nuestra clase. ¿En serio? Voy a ver. Lucía, baja. ¿Cómo voy a bajar? Esperad a que termine mi clase magistral de Literatura. Un poco de respeto, por favor. Ya no se respeta nada, le digo a mis alumnos. Lucía, haz el favor, sal de ahí, baja de ahí, anda. ¿Eres…Etienne? No, soy Ossip. Ah… desde aquí me había parecido otra cosa. ¿Y Horacio? ¿Horacio? ¿De verdad que no lo sabes? No, pero bueno, da igual, esperad a que acabe mi clase y ya hablamos, joder. Fue a buscarte a Lucca, y a Montevideo, después acabó en Buenos Aires con aquellos dos amigos suyos de los que hablaba a menudo, Talita y Traveler, ¿Te acuerdas? Bajate de ahí, Lucía, te harás daño. ¿Cómo me voy a hacer daño si estoy en una clase de Literatura? ¿Qué dices, que Horacio fue a buscarme? Ha perdido facultades, ya no es el que era. ¿Y ahora dónde está? No está. ¿Cómo? Que no está, Lucía.

Espero dos minutos, miro hacia los lados, y al fin digo: ah... entonces bajo por aquí mismo, agárrame, que voy. Oigo como algún alumno de la clase dice: Plaff, se acabó.

miércoles, julio 26, 2006

Vaig tornar a mirar l'Aleix


Baixava per Sant Francesc parlant de qualsevol cosa. I el vaig veure a Prat de la Riba, i em va veure a Prat de la Riba, i ens vam mirar. Va ser només un segon. Vaig sentir un llamp a l’estómac. Corregeixo: Vam sentir un llamp a l’estómac. I ens vam mirar dues mil·lèsimes de segon més, sobtats i espantats. Va esclatar el primer coet, d’aquests que porten focs d’artifici. Vam mirar al cel, i ens vam sobtar i espantar. Vam girar el cap ràpidament, cap a un altre lloc. Vam deixar de veure’ns a Prat de la Riba, jo carrer avall i ell, quiet.

miércoles, junio 28, 2006

Tres papelajos

Una caja de zapatos debajo de mi cama con un punto de libro, flayers de La Paloma, bolsas del Fotoprix, papel de regalo, un par de sobres Amoxicilina Normon y tres papelajos:

Papelajo 1:

"20 de agosto, 04:04 horas. Una noche de un excesivo verano, como todo lo excesivo que envuelve nuestras aventuras. Unas excesivas calles llenas de excesiva decoración, llena de gente excesiva y sobrante... con una compañía perfecta, en una noche perfecta (por el tiempo) y una lluvia que en otro momento hubiera parecido excesiva, era perfecta.
La redacción, redactar, ordenadores... una habitación antigua, cajones huecos, toallas sucias, humos amarillos.. periódicos, textos, noticias, frases, titulares, palabras, nombres, letras, símbolos...
Nada, en el fondo esos periódicos no dicen nada, la gente no lee nada, yo no he escrito nada, tú no lees NADA..
Sí, tengo que escribirlo: nobody say it was easy... pero ¡lo estas haciendo divino!
Algo para que te animes esta tarde (que no es esta tarde para mí, pero sí para ti ahora que lo lees) y te evadas de esas noticias obligadas... Una pregunta: ¿puedes saltar alguna vez de allí a aquí? ¿no te parece sórdido?

Tu compañera:
Marina"

Papelajo 2:

"Y una madrugada de sábado, de un mes de agosto, de un año cualquiera, pongamos que el 2005, en una sórdida redacción de un sórdido diario movido por los sentimientos (más que por los materialesy la organización) se encontraban cinco amigos. Uno de ellos desaparecido durante mucho, mucho, tiempo. Todos ellos tan hechos polvos, que, aesas horas, aún con el cabello la ropa e incluso la piel mojada por la tormenta de verano (de esas que limpian todos los pensamientos agotadores que hay dentro de nosotros) decidieron dejar una nota a su amiga Laura Azahara (según su reciente nombre artístico)

Apa noia!! ánimos! aunque seáis dos redactores vais a sacar el "niño" adelante. Espero que cuando estés leyendo esto yo ya duerma plácidamente. Un beset.

Mire"

Papelajo 3:

"Hola Laura de pega, quién me iba a decir que te estaría escribiendo, aquí, en la redacción, una noche de Gràcia, con cuatro elementos culturales de lo más mejor del mundo mundial. Qué, ¿hoy no vienes con nosotros? ¿Tienes miedo acaso, listilla? Bien que diste el coñazo en otro día con David... y ahora, ¿con Marta, Mariona, Mire y Ramón no? ¿No serás la chica del reflejo de la ventana de enfrente? Te he calado en un segundo, marisabidilla.
En fin… el resto desaparecido del Kalimotxo, ¿te lo has bebido tú? Te has disfrazado de lluvia para aguar mi ron con cola, para mojar el pelo de mis amigos y trasparentar mi vestido. ¿O eras aquel francés que se ha colado debajo de mi parapluie asegurándome que él vivía en la natura?

Nobody say it was easy...

Laura.

20 agosto 2005. 04:50 Carrer de l'Avenir. "

Y después me pregunta mi madre que por qué guardo tantos papelajos, tanta porquería: porque mama, a veces, se encuentran joyas empapeladas que te alegran la tarde.

miércoles, junio 21, 2006

Cinco hombres

Él (1) es la eterna promesa de lo que nunca llegará, él es promesa en sí mismo. Es el rey del luego: te llamo luego, quedamos luego, hasta luego. El rey del más tarde: ya hablaremos más tarde, llego un poco más tarde, no podremos vernos hasta más tarde. Es el rey del otro día: ya te lo traeré otro día, ya iremos otro día, ya quedaremos otro día (con más calma, siempre, con más calma, reina la calma patente, pero no la latente).Él es la escapada, la huida, ¿Dónde estás? En Francia. No avisa a nadie, se le cruzan los cables y se va más allá. Él se va, importándole poco a dónde ni a quién deja atrás. Él, sólo él, el rey de darle la vuelta a la tortilla, de echarle la culpa a los demás. Él, capaz de enviarte a Japón con una mirada, esa mirada infalible de “te queda un minuto de vida”. Él, capaz de matar a un hombre pero ni siquiera de rozar a una mujer o a un animal. Él: velocidad, potencia, sin control. Rotweiller, Husky, lobo. Él. Eterna promesa de nada.

Él, (2)
un Tyler Durden venido a menos, un Sabina sin voz, ni voto, ni puta, un bodhisattva en progreso, un nosedonde y un noseconquién, pero siempre vendré, querida, siempre te ayudaré cuando lo necesites, siempre te daré cuando no tengas. Catalanista independentista un día, amante de la selección española al otro. Admirador del nazismo un día, judío en Auswitch al otro, el máximo cliente del Corte Inglés un día, cínico en una escalera a pleno sol al otro. La ambivalencia, las dos caras, la transformación rápida, la metamorfosis aguda. Samsa y escarabajo, Jekyll y Hyde. Un día alabando a la Virgen, al otro cagándose en ella, deseoso de ser Ecce Homo. Crucificado en el infierno, lucifer en el jardín de las delicias. Pero siempre estará ahí, detrás de la puerta verde. Lo sé.

Él (3)
es un globo, si lo tocas, se pincha. Pero no un globo de los que se hinchan con los pulmones, que al momento de echarse a volar caen tristemente a un rincón de una casa al lado de una silla de madera. No, es un globo de helio, él vuela, deseoso de irse hacia arriba, es brillante y reluce, es de colores. Los demás le miran desde abajo, boquiabiertos, alabándolo. Él es, incluso más: es un huracán lleno de globos de helio. Te hace hablar agudo, te hace cogerlo con una cuerda y que te entren ganas de no soltarlo en la vida. Pero los globos de helio, a los tres días de tenerlo en casa, si no han volado o no se han quedado, felices, en el techo de una estación de trenes, se desinflan y pierden su valor. Pero él, él es más cosas. Es un tobogán de parque recién pintado, de los que no te hace ni puta gracia no frenar al final y comerte la tierra del parque, piedrecita tras piedrecita, orín tras orín. Pero él es más cosas, siempre más y más cosas, más y más canciones, y camisetas, y bolsos, más rey del pop. Él también es un caballo de paseo, con el más sincero cariño, lleva unas placas de cuero (de cuero a rayas, ¿lo imaginan?) al lado de los ojos que no le permiten mirar hacia los lados ni hacia detrás, sólo lo que está delante, más allá y más lejos, y más difícil. No tiene ni un minuto para detenerse. Y créanme, al final no ve nada, sólo consigue que le vean.

Él, (4) en ocasiones, es lo más insoportable del mundo. Él, en ocasiones, es lo más adorable. Él, a veces, es insufrible. Él, a veces, es lo que estás deseando sufrir. A pesar de ser grande y pesado, se camufla entre cientos o desaparece entre miles. Él, con su presencia, llena de espesor el ambiente, solidifica colores, dice. Deja un halo negro a su paso, detrás de su capa larga que pocos ven. Él es lo poco que se ve detrás del humo, el liberador de libros de decoración de salón. Taciturno, funesto, ensimismado, cabizbajo. Impertinente, altivo, completamente estúpido pero acertado. Él es voz.

Él (5) es mi favorito, por eso lo he dejado par a lo último. Tiene una cabeza llena de rizos grandes y fuertes y es lo que hace que rebote todo lo que no es bueno para su cerebro (bien amueblado, bien decorado, bien protegido.) El, rey, de, las, comas. Si no fuera por los rizos que forman un casco negro, se le escaparían las ideas, y eso, créanme, sería el fin del universo. Su mente, sus ideas, flotando por el espacio: el caos, el bigbang al revés. Abstraído en un mundo cronopial, baja muy de vez en cuando, sólo si hay alguna maga que le está tirando piedras en la ventana. Una ventana de madera, con miles de telarañas y arañas en las esquinas, una ventana con las bisagras oxidadas, sucia y empolvada, una ventana ruidosa. Él tiene la nariz más original y bonita del mundo, es una nariz pretenciosa de bajar en diagonal cuando de repente, plaf, ángulo recto, ¿qué es esto? ¿Una nariz cuadrada? La adoro. Es lo complicado llevado a la sencillez. Es la abstracción de la abstracción, la idea de la idea. Mi andrógino. En ocasiones, me confiesa, que por las noches ve osos de peluche. Se ha simplificado tanto que ha quedado hecho un montón de huesos que alguien va a tener que rellenar con gomaespuma y porexpan. Yo lo relleno, no os preocupéis. Él es una nota, un fotograma, una aparición completamente surrealista en una noche de noviembre. Pocos le ven.

domingo, junio 18, 2006

Laureta, que te ha pillao la secreta

Suena Yo, minoría absoluta. Vamos David (le conoceréis como Ambi), Javi y yo en mi coche.

- Joder, siempre me lío para ir al Hijos de Caín, ¿es por aquí? Mierda, está en obras.
- Putaaaaaaaaaaaaaaaaa -dice David-
- Putaaaaa Zelesteeeee Putaaaaaaaa!
- Vale, gracias por ayudarme tanto. Joder, si me meto esta en contra dirección llegamos directo pero...

Nos paramos, pongo los cuatro intermitentes para pensar con calma. Vemos que hay una puta a cinco metros escasos que nos mira. Pienso: "vale, perfecto, ahora pensará que queremos algo con ella", empieza a andar hacia nosotros. Arranco rápidamente. Es una calle de polígonos indrustriales semiabandonados, no viene absolutamiente nadie y la calle es ancha, aunque vaya en contradirección hay espacio de sobras, paso el trance con éxito, me dispongo a aparcar y un coche negro se para a mi lado.

- ¿Qué coño quieren estos dos del coche negro?

Perfecto, Policía Secreta, me enseñan la placa al más puro estilo Hollywood. Se baja un tiarron vestido de negro de dentro. Lo que nos espera. Bajo la ventanilla.

- Usted iba en contradirección. -dice el secreta-
- ¿Yooooo? no me jodas, o sea, ¿qué calle? ¿este trozo de aquí? -papelón el mío, os lo juro, la más pija de todo Poblenou con su Ibiza azul lluvia y sus dos amigos con pintas de traficantes de maría.
- Sí, en contradirección. Deme su documentación y la del vehículo.

Saco todos los papelajos, y de mientras, cada uno va pensando...

( -Mierda, el carné por puntos. ¿Cuando coño dijo aquel de la radio que empezaba? 10 de junio,¿no? ya la he cagado, la he cagado. Y el dinero, con ese dinero voy a Galicia y vuelvo tres veces.
- Mierda, la bolsa de maría, me va a caer un puro...
- Zelesteeeee, putaaaa")

- Vale, pues ahora os metéis en ese callejón...

(Cada uno pensando...

- Mi L está caída. Me va a caer una. Encima ahora me chequearan estos dos. Joder, al menos están buenos.
- Me van a registrar y me van a cser 300 €.
- Puuuuuutaaaaaaaaaa)

- ... y ya dais media vuelta y buscáis un aparcamiento, ¿vale?
- Vale, sí, gracias, y lo siento eh? - digo yo, con las piernas aún temblorosas, y con un hilito de voz penoso.

Cierro las ventanillas. La secreta se va a meter miedo a otra calle.

- Waaaaaaaaaaaaaaaaa qué suerteeeeeeeee
- Joder, qué talante estos dos, ¿no? no te han puesto ni multa. ¡Vaya potra tía!
- Zeleste eres una putaaaaaaaaaaaaa

Aparcamos, nos metemos en un callejón a fumar.
- Tía, osea, que fuerte, vaya papelón, tía, oooseaaaa -dice David, que más que una imitación de Laura pija, parece Jack Sparrow.
- ¿¿Cómo se dice mar en pijoo?? ¿¿osea, nooo?? aaaah, ¿¿qué me dice señor ageeente, que los 30 que venían de cara no estaban equivocadoooss? -Dice Javi, que por fin ha dejado de decir "Zelesteeeeee putaaaaaaa"
-Que os jodan, que gracias a mí no os han registrado, listos. Joder, con toda la gente que hay en Marina y vienen a por mí. ¿Por qué no se van a registrar a los que trafican en el Razz?
- Es que vienes con un Conde, querida, tenemos un atrapapolis, atrapatontos, atrapaputas inserto en nuestro mecanismo.

Las cervezas y los cubatas nos sentaron más bien que nunca. Recordé que una vez, mientras miraba hacia arriba, a una cara, en las calles de Malasaña, alguien me dijo que nos pasan estas cosas sólo para tener algo que contar a los amigos, para tener algo que contarnos, que narrarnos. También lo dice Valverde, el estudioso de la comunicación. (Herramientas-insertar-nota al pie- Valverde-)
Por cierto, el carné por puntos empieza el 1 de julio (hubieran sido unos 300 € de multa, 6 puntos menos, y posible retirada de carné de 1 a3 meses).
No se puede estar tan empanada.

domingo, mayo 28, 2006

Adjetivada

Sus amantes dicen que ella es… simpática, sencilla, humilde, inteligente, guapa, incluso preciosa, delicada, elegante, generosa, buena gente, jovial, alegre, comunicativa, social, rebelde, amable, comprensiva y empática, estilosa, soñadora, rara, perspicaz, sufridora, liberal, valiente, arriesgada, educada, encantadora, sincera, razonadora, serena, habilidosa, activa, sensible, sentimental…

Sus detractores dicen que ella es… estúpida, soberbia, elitista, lissta, incluso listilla, que su belleza no es para tanto, algo bruta, hortera, egoísta, incluso egocéntrica, que tiene una pizca de maldad, taciturna, funesta, cotorra-parlanchina, asocial, casi antisocial, conformista, descarada, incomprensiva y anempática (aunque no exista el adjetivo), con un estilo peculiar y cuestionable, terrenal, normalita, empanada de la vida, quejica, conservadora, cobarde, retraída, descarada, borde, falsa, testaruda, desquiciada, torpe, perezosa, sensibloide, sentimentalista…

A veces, entre los dos grupos, trafican con los mismos adjetivos y aparecen en ambas listas.

Ella, sin embargo, que es el sujeto adjetivado, cree que es una mezcla reconciliable o irreconciliable de todo lo mencionado o no mencionado, anteriormente o en un futuro.



martes, mayo 16, 2006

Queremos tanto a Lolo

Todo el mundo quiere a Lolo. Queremos tanto a Lolo... Si Cortazar le hubiera conocido, hubiera mandado a Glenda a la mierda. Lolo es el querido por todos, o era.

El amigo de los niños, la locura de las chicas, el chulillo con trasfondo, el semi revolucionario intelectual, el de los conciertos de rock, Lolo el extremo duro, Lolo el suave, el celta corto, Lolo, el inteligente, el lector, el simpático, el orador, el dialogador, el jugador de fútbol con una técnica y un estilo incuestionable, Lolo, es tan buena gente, Lolo lo da todo por los demás, Lolo: Don Perfecto.

Lolo es la ajustada definición de héroe de barrio y posteriormente, de héroe comarcal. El timbre de Sant Andreu sonaba cada dos por tres, le venían a buscar, chicas o chicos, para cualquier cosa, ir a la Lira a echar un futbolín por ejemplo (él siempre elegiría los blanquizules). En Sant Jaume se oían gritos que le apelaban para salir a jugar a la calle, a lo que fuera, al escondite, a fútbol, al equipo A: Lolo, el coronel Smith. También lo sería del héroe familiar. De hecho, era mi héroe hasta hace apenas un año.

Lolo, el hermano mayor, el hijo perfecto, el novio modelo, hasta que en un e-mail me confesó que ojala que nunca tuviera un novio como él, hasta que empezó a obviar a mi madre, hasta que se olvidó de que tenía hermanos, o casi.

Un día se casó con una mujer y tuvo un hijo. Y ya no sé muy bien que fue de él. A veces me parece verle de lejos, a ratos, u oír su voz psicofoniada por teléfono, algún mensaje de móvil borroso o algún pase de la muerte entre líneas que siempre acaba en gol, porque como las coloca, el tío.

domingo, mayo 07, 2006

Diferentes día de la madre




Salgo a la calle dispuesta a comprarle un regalo a mi santa madre, después de que los calzonazos de mierda de mis hermanos se desentendieran de ello. Pasear el coño de sus novia-mujer es una ardua tarea en un sábado cualquiera, no tienen tiempo para nada.

Ando Sicilia a través, escucho:

- ¿Qué me vas a comprar para el día de la madre, eh?- dice la madre, con rintintín.
- Café –responde la niña.
- ¿Café?
- Sí.

La madre, con cara de extrañada, sigue andando con su hija de la mano.

Sigo Sicilia, cruzo, quiero ver nosequé que me ha llamado la atención en la otra acera. Escucho:

- Vamos, que te voy a comprar un potecito de colonia, dice la chica joven a una señora que caminaba a su lado.
- Anda ya, no tienes por qué.
- ¿Cómo que no? Tú sí que eres mi madre, y no la otra.

Continúo Sicília hasta que llego a la tienda de complementos. Dilema: ¿Le compro lo que a mí me gusta o lo que a ella le gustaría?

- ¿Le ayudo en algo?
- Sí, bueno, aquí estoy con mi dilema de siempre. A ver, estos pendientes… a su gusto, y este pañuelo, al mío.

Hoy se lo he dado, mis hermanos no estaban, jugar a fútbol el domingo es una ardua tarea, no tienen tiempo para nada. Ella se ha ido Sicilia en adelante feliz, con sus pendientes y mi pañuelo, por primera vez en lo que llevamos de año me ha dicho bonitamía. Yo de mientras me he imaginado a una madre perfumándose orgullosa y a la otra, moliendo café.

viernes, mayo 05, 2006

Me siguen dibujando...



De regreso. Aviso que estoy a puntito de volver al melodrama, esperen unos días, en breve voy a parir una sartá de miserias increible.

Fea, fea, fea.De mientras, os posteo con un nuevo dibujo de mi persona, esta vez de la mano de Chema. Queridos bloggeros, multiplicad esa belleza por tres millones y aparecerá mi rostro. No me pudo hacer más fea porque no pudo, pero el chaval es ingenioso y del cuello hacia abajo le quedó un dibujo muy apañao. Por cierto, qué manía con retratarme siempre con gafotas!

En construcción. Les pido disculpas por el desorden del blog, está en fase prueba. Estamos experimentando con fotos y tal. (sí, todos sabemos que ese depuntillas azul queda horrible, por no hablar de la tipografía, pero lo cambiaremos). Con el navegador FireFox se ve mucho mejor. A ver qué tal queda.

martes, mayo 02, 2006

Oiga doctor

Oiga doctor, devuélvame mi depresión
no ves que los bloggers se apartan de mí
dicen que no pueden consentir
esa sonrisa de idiota.

oiga doctor, que no escribo un post
desde que soy feliz

(...)
¿sabe que algunas cosas
que imaginaba odiosas
están muy bien?

etc.

He tenido que recurrir al gran Sabina, y creo que es la primera vez que pongo un post en este blog con algo que no es mío (salvando aquel de los fragmentos de Rayuela). Próximamente, prometo escribir sobre alguna miseria mía, os lo juro. Hasta entonces, queridos bloggers.

Besos y abrazos

lunes, abril 17, 2006

Amar, por no decir querer, por no decir estar


Amar es que te metan mariposas estúpidas por el ombligo de la barriga y te estiren para que te salgan por el ombligo de la espalda.

Amar es odiar las cremalleras que están cerca de su cara y que te arañan al acercarte.

Es que dos niños adopten a la langosta gigante del puerto de Barcelona y que se vayan a vivir con ella a una isla desierta, después de haber perdido a sus dos hijas, las lagartijas con bigotes dalinianos.

Amar es ver en el techo lombrices metiéndose en la tierra seca, desde la cama, hacer del suelo el techo, de la tierra el cemento, de la cama el nosequé.

Amar es no aborrecer a alguien después de haberle tenido, literalmente, ochenta y una horas encima.

Amar es decir: “Contigo iría hasta al Museo del Barça”, es decir: “Lo único que no haría por ti es nadar en una piscina llena de serpientes”.

Amar es que te limpien el clítoris lleno de sangre con un pañuelo de papel.

Es darse cuenta de que cuando se está junto no se comparte el tiempo y el espacio, y los rincones, como ingenuamente se creía, porque directamente, ni existen.

Amar es no quedar retratado en fotos o videos, porque es ser intangible, es ser etéreo, es ser un trozo de maldito cielo.

Amar es adorar el aliento a cebolla durante diez horas.

Amar es hacer que el agua que se evapora del mar vaya directamente a tus ojos, y sentirte nube por un día, sentirse grifo, fuente, manantial, es sentirte estúpido, y al final, regadera.

Amar es nadar en la hidrofobia, chocarse con las palomas.

Es quitar los poros, no penetrar hasta en ellos.

Es acodarse de lo que es besar a alguien mientras esperas el metro.

Es hacer y decir lo que odias que hagan y digan los demás.

Amar es adorar las barbas de color negro, amarillo, marrón y blanco.

Amar es que te arañen sus rizos, es chupar hasta la sangre, es pellizcar las pestañas, entregar incluso el estómago.

Amar es secarse las pupilas con pañuelos llenos de besos, es tirarse por un tobogán de hierro y caerse a un lago de agua verde donde se comen, a coletazos, los peces vivos.

Amar es escaparse por las noches y dormir en las setas llenas de orín.

Amar es pensar en cerrar tu blog porque ya no tienes ninguna miseria que contar.

Amar es ver con el otro In the mood for love y no poder ni mirar, ni oír.

Amar es mirarse y mover rápido los labios sin voz, es leerse las uñas, adorar las manos, es besar los dedos y desear que sean más grandes para llegar más lejos, más adentro.

Es sorprenderse por lo bien que encaja el triángulo de tu cara en el hueco de su clavícula.

Amar es encajar, entrelazar los dedos y creerlos metáfora, creerlos sinécdoque.

Es comer sidral de la boca del otro, es tener una sed que no se termina, es odiar a los miserables que no le han amado antes.

Amar es decidir, de una puta vez, quedarse con el bueno de la película.

Que los demás crean que has perdido tu veneno, tu acidez, tu sonoridad.

Es sentir cosas que creías que habían desaparecido de la capacidad humana, es contarse cuentos en la cama a las siete de la tarde con un chupete ladeado en la boca.

Amar es mirarse con seis ojos, comerse con cuatro bocas, quererse con cien estómagos
Es hacer el amor con la nariz, con los pies, con la saliva.

Es escribir la lista de la compra en una servilleta y poner “no me hace falta nada”.

Amar es cambiar la luz de una ciudad, la percepción de lo grande y lo pequeño, de lo profundo y lo superficial.

Es un exceso de glucosa en la sangre
Mares de Colacao
Lagos de café con leche
Océanos de Fanta de limón
Ríos de Cocacola
Volcanes de salsa brava

Amar es darse asco, como me lo estoy dando ahora mirándome desde fuera, como os lo daré a vosotros en el instante en el que lo leáis.

En definitiva, Amar es no querer mirar desde la vía uno la vía cuatro cuando el tren se va, es llorar de cara a la pared, de cara a las vías vacías, es imaginarse como se mete en el vagón, como se sienta, como mira por la ventana, cuando para ver la imagen, sólo tendrías que girar tu cuerpo ciento ochenta malditos grados, es decidir coger el metro cuando escuchas, a lo lejos, que el Estrella se va. Odiar y amar a la vez la estación de Sants.


L&B

lunes, abril 10, 2006

Esperando a un mesías

No, no espero un amor redentor ni a un profeta mesíaco (para eso tengo ya a Carod Rovira) que me rescate de mis miserias. Quiero que un/a EXPERTO EN HTML O EN MODIFICAR LA PLANTILLA DE BLOGGER entre en mi muy querido blog y me ayude a superar estos obstáculos que día a día me hacen la vida imposible.

No sé cómo poner links

Ni como coño cambiar la palabra "comments" por "astilllas", por "puntillosos", por lo que sea. ¿No queradía genial: 4 puntillosos en vez de 4 comments?

Mi contador, que contaba valga la redundancia con 5300 visitas (para mí, muchas) se ha puesto a cero, me encanta.

No sé como poner en la cabecera una foto fantástica que personalice más este sitio.

Como podéis ver, el mundo blogger conspira en mi contra. Si hay algún buen samaritano que quiera hacer su acción heroica del mes, ruego que se ponga en contacto conmigo.

Gracias.

viernes, marzo 31, 2006

Gafas asimétricas


Como me moría de envidia porque Rosa (palito polo) dibujó a Aizún y a mí no, le he incitado así como el que no quiere la cosa a que me dibujara a mí también.
Con gafas asimétricas, cara de pan, lunares que parecen una mordedura de vampiro y pelo a lo Cruella de Vil, pero me ha dibujado.
Gracias Rous:*

lunes, marzo 06, 2006

Llueve en rincones diferentes

Tú, en un rincón del mundo, y llueve, y llevas paraguas sin querer llevarlo porque te agobia, así que coges y a la primera de cambio lo tiras en la papelera, y sigues, miras hacia el cielo ajustándote el cuello de una gabardina, no sé por qué llevas una gabardina, si tu nunca llevas de eso, y es de color beige y se ven, al fondo, las rayas de tu camisa. Caen las gotas por tus rizos, y después por el cuello vertical de la gabardina, y llueve, y miras al cielo, y sigues andando por la calle, pensando en que en ese rincón siempre llueve pero que lo has aprendido a llevar. Se acercan dos negros y la acera es muy estrecha para pasar los tres, y tú sin pensarlo desciendes hacia la carretera y te da por pensar en planteamientos de territorio que hasta entonces no habían ocupado tu mente, de etnias, de no sé que historias, y después te paras, y piensas en mí, en yo…

…Yo, en otro rincón del mundo que no es el mismo que el tuyo, por esas cosas que pasan de no coincidir ni en tiempo ni en espacio, o si en tiempo pero no en espacio, ya sabes, esos planteamientos de tercero de la ESO que se repiten a lo largo de nuestro juego de vida hasta aburrir. Pero yo estoy en este rincón, y llueve, y odio que llueva porque me estropea el pelo y he cogido un paraguas endeble cuyos hierros se retuercen, y me agobia llevar paraguas y los chubasqueros me parecen horteras, así que lo tiro en la primera papelera que pillo, que no tendrá la misma forma ni el mismo color que la tuya porque estamos en espacios distintos: la mía es gris oscuro, cilíndrica, llena de agujeritos, igual la tuya es verde y tiene capucha, o es una bolsa amarilla sin fondo. Y como he mandado a la mierda al paraguas asqueroso no me queda otro remedio que ir sorteando los huecos de los balcones, y lo tomo como un juego infantil: ¿A qué no me mojas el pelo? Chincha rabincha, yo corro más que tú, lluvia, yo caigo más que tú, y más lejos, y hoy, no me pillas.

Pero la lluvia nos cae, y jugando a ser cronopios rebeldes, nos da igual. Todo se solucionaría con un bonito final donde uno es el paraguas (con un dibujo cielo azul en el interior) del otro, donde nos convertimos en el chubasquero estiloso del otro, donde, los dos, nos mojamos bajo la lluvia. Pero no…

…Pero cada uno en nuestro rincón del mundo escucha de fondo la banda sonora de In the mood for love, Jumeji’s Theme, y nos entran ganas de llorar, porque llueve y estamos solos. Y no lloramos porque nos sentimos estúpidos haciéndolo, débiles, indefensos, criajos de dientes de leche, pero con las gotas de lluvia, nadie se daría cuenta, ¿lo entiendes? Nadie se daría cuenta.

miércoles, febrero 22, 2006

El rastro de tu sangre en el Depiline

He vuelto a ver la sombra de la muerte surrealista, en serio.

Paredes naranjas, azules, techos verdes, grises, un gotelé a lo moderno, pósters en las paredes, masajes de chocolate, qué bien suena eso, me comería a mí misma, fotodepilación, buena idea, cuánto pelo, sí, una selva, no, me refería en la cabeza, ah, también. Yo también tengo, ya, ya veo, muy bonito. Ras, Ras, Ras. Zas, Ah, perdona, No, No, todo es psicológico, no te preocupes. Marga puedes venir, hay una zona difícil.

Tensión. Es su primer día.

Viene la otra, ras, ras, zas. Noto algo raro y veo de repente dos caras de asombro, terror, preocupación mirándome el mismísimo centro del universo (del mío, al menos). Llama a Carmen. Ya eran tres. Tres personas asombradas, aterrorizadas, preocupadas por mi zona c, de centro y de coño. En ese momento, os lo juro, pensaba que iba a salir la cabeza de un alien o del segundo hijo de Dios por mi agujero de oro. Pero no, un chorro de sangre, increíble, de esa roja, pero de ese rojo feo que tiene la sangre superficial, no ese granate precioso, no, rojo tomate. No, la regla no puede ser, imposible. Sangre, sangre, más sangre, dos gotas de sudor, dos caras pálidas, no, no puedo con la sangre, me voy, yo también me voy y me dejan allí sola con la otra.

Qué surrealista, morir desangrada en una clínica de estética, esto es curioso, me encanta. Y yo me reía mientras las otras sudaban.

Esto es una “verruguita”, entre la zona C1 de coño, y la zona C2 de culo. ¿No te la habías visto? No, no suelo mirarme con el espejo esas zonas, lo siento. Me han depilado una verruga, esto es genial. Ponle polvos de talco, a ver si se para, ¿polvos de talco? ¿Queréis que muera de una infección? El chorro de sangre no paraba y yo iba tintando papeles y papeles, trae otro rollo, no os desmayéis por favor, bastante tengo con desangrarme. Llaman a la sheriff del lugar y consigue, por fin, cortarme la hemorragia, después de ponerme un líquido que pinchaba, os lo juro, pinchaba mucho. De hecho estuve buscando la aguja posteriormente, pero ni rastro de ella.

¿Tengo que ir al médico a que me la queme? ¿Mañana mismo? No, no, es imposible, mañana no tengo tiempo de ir al médico, tengo clase, francés, danza del vientre, juega el Espanyol la UEFA y tengo la fiesta de disfraces en casa de Marta, no hay tiempo para que un médico que queme una verruga, lo siento, hacedme algo para que no muera y os lo agradeceré eternamente.

Cremitas, bombones, compresas de regalo, euros de descuento, mimitos, sonrisas, caricias, pobrecita, cuídate, vuelve. Sí, cada vez que quiera depilarme una verruga vendré, no os preocupéis, gracias, gracias, adiós.

Hubiera sido una muerte curiosa y bonita, surrealista, hubiera salido en Gente y toda mi calle se habría enterado, por eso a mí me gustaría pensar que morí una vez allí y dejé, para siempre, mi rastro de sangre en el Depiline Center.

viernes, febrero 10, 2006

Llueve barro otra vez

Salgo del examen de historia del cine y me dirijo hasta el parking pensando aún en "¿hasta que punto el cine puede ser surrealista?" (completamente, hasta el punto álgido *)

Veo que ha llovido barro otra vez. Mierda.

Mi coche está totalmente enguarrado, menos mal que es de un color de los que yo denomino un "comemierda" y no se nota en exceso, el de al lado también está deputapena, están separados por escasos veinte centímetros.

Me detengo. Los miro, calculo el hueco para pasar. Hay mota, gotas, marrones.

No hay ganas de filosofar. Me quito el abrigo, es blanco, blanco roto, lo único que me importa en este momento es que no se me ensucie.

No siempre llevo las mismas gafas.


*Reflexión cronopial posterior

miércoles, febrero 08, 2006

Gotas, motas, marrones (creo)

No puedo ignorar esta ventana.

No sé si me arrepiento de haber borrado las marcas de barro que había sobre ella. En cada mota, en cada gota, había una reflexión: sobre ti, sobre que enestaputasociedadsuciedad llueve barro en vez de agua, sobre que un día próximo en vez de gotas marrones lloverán unas verdes y radioactivas que se comerán el cristal poco a poco y después a mí, sobre en que si te echo limpiacristales y luego te refriego bien fuerte con un trapo de algodón, tu también te borrarás.

Cada mota, gota, marrón se me antojaba como un objetivo de cámara que me estaba enfocando a todas horas, por dentro y por fuera, al que yo hablaba imaginando algo, alguien, detrás (que a su vez me miraba y me hablaba en aparente silencio)

Casi me caigo de un cuarto intentando limpiarlas.

Pero es que limpiar y borrar es un salto para valientes, que hay que hacer desde lo alto y dejarse caer
caer
caer
y si en la caída chafas algo, mejor.

Hoy la ventana está limpia (alguien me recomendó que lo hiciera, alguien que me da besos abstractos :*) y así puedo ver lo que hay detrás de ella, o delante: hay aire, creo. Hay luces, que a eso de las seis y media, se encienden como puntos suspensivos (*). Hay carreteras blandas, árboles marrones, y cemento azul, y cemento amarillo, y el Ikea, y el Conforama, y el Carrefour, y el Decathlon, y el Pc City, y el Aki, el acá y yo. Hay cajas y letras de colores. Hay alguien que viene desde lejos, al que veo avanzar, cada día, un milímetro. Un cronopio, (**) creo, lo reconozco por el asterisco azul que lleva encima de la cabeza.

Os avisaré cuando llegue.



Creo que hoy es 8 de febrero.

(*) por ti, Marina, otra gotita, pero esta translúcida, que no transparente, a la que a veces también veo en mi ventana :)

(**) el rey de los cronopios, creo.

sábado, enero 21, 2006

En las pesadillas también pierdes 21 gramos

Quería enviarte un mensaje, pero el móvil tenía lepra, se le caían las teclas, la batería, la luz de la pantalla apenas parpadeaba… Quería decirte que estaba teniendo esta misma pesadilla después de ver 21 gramos, que me había revuelto entera, que me dolía el estomago, que vinieras conmigo porque esto sola no se me podía pasar…

Fotografiaba el suelo, lleno de botones, y de flores de plástico, de madejas de lana y de ropa, mucha ropa, montones de ropa, lo fotografiaba porque creía que parecía una composición kandinskiana y me moría por enseñártela para que analizaras ese revoltijo… torbellino interior, mientras oía que mi madre hablaba con una prima del pueblo que había venido de visita, mientras yo odiaba esas visitas, fotografiaba.

Una calle de San Andreu, mi hermano, mi móvil con lepra, Mario no me funciona el móvil, ¿Por qué vamos por esta calle estrecha? Porque en esta dirección hay un parque, ¿para qué quieres un parque? Para que me cure el móvil.

Postales, posters, en blanco y negro con fondo beige, algunas cosas en rojo, una madre que se agacha, le da algo al hijo… un jardín, árboles con espinas que matan al padre, panorámica descendente más travelling horizontal.

Quiero decirte que estoy teniendo una pesadilla porque he visto 21 gramos, pero el móvil no me deja, mis manos se deshacen y voy hacia un parque, pero tengo el coche aparcado en una cuesta imposible.

Me despierto.

Sudo.

Me desnudo.

Te veo durmiendo. No tengo más pesadillas.

sábado, enero 14, 2006

Pollo con lágrimas sur le pont

No, hoy no eran espaguetis recalentados con salsa de nísperos. Era pollo con lágrimas. No hay fiesta en la cocina, será que no has vuelto, pero te oigo hablar, y te respondo, y me oyes, y me respondes, y aunque no estés aquí, siento que la conversación es fluida.
Será que no me apetece comunicarme con mis mejores amigos, ni con extraños, ni con vecinos, ni con la ropa mal tendida, ni con los platos sin lavar, ni con los zapatos de terciopelo llenos de gasolina, ni con el móvil sin sonar, ni con muslos de pollo a la salsa lacrimógena. Y de postre: mandarina seca.
Hoy me he levantado más radical que nunca, dicen. Pero es que hoy es la fundación del asco, para sorpresa de pocos y desidia de muchos.
Será que hoy no estás y te echo de menos, aunque sé que no es la solución.
Aunque sólo sea ese día.
Estaré esperándote sur le pont, con una boina negra. ¿Saltamos los dos?

sábado, enero 07, 2006

El vacío que ha dejado el ya inexistente níspero de Jose maría





































Pues ese es el vacío que ha dejado después de que lo arrancaran. Todos están muy contentos, dará claridad al pasillo, ya no habrán más avispas, ya no ensuciará más con sus hojas ni atraerá a los putos pájaros.

Pero yo me quedo sin los nísperos de Josemaría

Aunque eso no importe a nadie

Todos están tan contentos

...