jueves, noviembre 23, 2006

Sobre la vida de un banco-balcón

Cuando pensamos en un banco nos sobreviene, inevitablemente, la imagen de un banco de madera, solitario, esperando en un parque, incluso con las hojas otoñales sentadas sobre él. Pero, en un espacio aislado de Barcelona, hay un banco que difiere de esta triste imagen. Es un banco lleno de color, serpenteante, en lo alto de un montículo desde dónde se ofrece una panorámica privilegiada de la ciudad. Un lugar que invita a la reflexión y en consecuencia, fuente de inspiración para artistas y bohemios. Sin embargo, este también es un paraje altamente promocionado desde el punto de vista turístico.

En cada uno de los peregrinos existen razones distintas para acudir a este lugar. El reclamo puede deberse, o no, a la dimensión que ha adquirido Gaudí a nivel internacional. Sea come fuere, lo cierto es que el famoso banco del Parque Güell ha devenido un lugar que, a ciertas horas del día, deja de lado su carácter humanista y espiritual para acoger un gran número de turistas. De esta manera, se convierte en una zona de recreo donde multitud de personas hacen su parada obligatoria y se explayan de formas diversas.

La sensación que evoca este banco es provocada por el dibujo, el colorido y la forma del mismo. El banco del Parque Güell es el reflejo de una variedad cultural. Indagando en él descubrimos que, de la misma manera que los pedazos de vidrio y cerámica forman el mosaico de colores, las personas que allí se encuentran crean también un mosaico cultural. Cada persona, familia o grupo de jubilados son pigmentos que representan realidades dispares pero que, al congregarse en un mismo espacio, dan lugar a este cuadro variopinto.

Nos hemos encontrado con multitud de anécdotas, situaciones curiosas, personas y personajes esperpénticos, pero aquello que hemos querido resaltar y dar a conocer son los pequeños momentos de reposo de un turista cansado, al que casi podemos oler sus pies; la complicidad de niños y padres jugando durante unas vacaciones; la inspiración de un artista al contemplar el paisaje desde el balcón de Barcelona; la curiosidad de un bebé al asomarse y sentirse más grande por una vez; la expectación de unos turistas maravillados ante el panorama que se les presenta y entre todo ese gentío y movimiento, la tranquilidad que se puede sentir al sentarse en nuestro banco y simplemente observar lo que sucede a su alrededor.

Y es ese momento especial lo que precisamente hemos querido retratar, ese fragmento de la vida del banco del Parque Güell, que sirve para reposar, inspirarse o jugar, pero también para sentarse y ser banco. En el que te sientas y ves eso que él ve, ese mundo que se construye cada día, distinto y único cada vez.


































































































































1. Sentada en el libro
2. Gaudí hipnotiza perros
3. A la cabeza de Barcelona
4. No me hagas cosquillas
5. Mientras dormías
6. Estuve en Barcelona y me acordé de ti
7. Fotolplix Fotolpix, mucha foto y poca money
8. El pie de la foto
9. Soy el rey del mundo. Aka Me como la farola
10. Jaque mate y dado
11. Mira más allá de su propia pipa


Autores: Ainara A., Judih F., María F., Laura G., Daniel M.

2 comentarios:

L.A. dijo...

falta el texto del reportaje fotográfico documental, en breve lo colgaré pero no me podía resistir más tiempo sin publicar estas fotos!

Anónimo dijo...

Sin duda, un banco mítico.