jueves, septiembre 07, 2017

¿Y si vuelvo a escribir?


Si vuelvo a escribir, vuelvo a mirar a la gente de ojos tristes y preguntarme por el origen y la carga de su mirada. Vuelvo a preguntarles su historia, a imaginar lo que no cuentan, a inventar el resto.

Si vuelvo a escribir, vuelvo a tocar las cosas. A preguntarme por el tacto del pelaje de ese perro, por el del metal del picaporte con forma de mano, a comprobar la rugosidad de esa pared desconchada o de la corteza de ese árbol. Si vuelvo a escribir, vuelvo a ensuciarme las manos.

Si vuelvo a escribir, vuelvo al híper. A la hipérbole, a la hipersensibilidad, a la hipertrofia de los sentidos. Pocas cosas de la que empiezan por híper son buenas. Quizás salvaría hipersónico.

Si vuelvo a escribir, vuelvo a perseguir a esa persona, intentando descifrar en su trayectoria o en su viraje, en sus gestos o en sus ropas, algo que me revele los secretos que esconde.

Si vuelvo a escribir, vuelvo a estar despierta, a vivir en el estado de lo que hay después de una anestesia en la que el cóctel ha funcionado tan bien que ha sido un placentero viaje en el que ni siquiera me he dado cuenta de que he estado en el umbral de la muerte o de la miseria.

Si vuelvo a escribir, vuelvo a buscarme problemas, a inventármelos y a creerlos tan reales que no me dejen ni respirar.

Si vuelvo a escribir, vuelvo a buscar el romance de un segundo con cada ser con el que me cruce, a creerlo único y eterno, y a llorar por la desgracia de que lo nuestro nunca podría ser.

Si vuelvo a escribir, vuelvo a vivir con el terror de no poder seguir viviendo si no escribo, y con la convicción de que no merece la pena escribir nada que no sea Literatura, ni siquiera la lista de la compra.


Pero todo esto lo sigo haciendo desde que no escribo, solo que en silencio, a hurtadillas, sin sentirme patentemente sensible, vulnerable y ridícula. ¿Merece la pena volver a vivir expuesta?

lunes, febrero 15, 2016

Me quitas el abrigo y no tengo cuerpo

Me quitas el abrigo y no tengo cuerpo.
Se lo ha llevado el viento,
ha naufragado,
está oculto detrás de un banco de niebla.

Me quitas el abrigo y no tengo cuerpo.
Sólo hay ramas secas
cubiertas de musgo
que se deshacen al tacto.

Me quitas el abrigo y no tengo cuerpo
Sólo son dunas que cambian de forma
cuando te acercas.
Millones de granos de arena que no puedes tocar.

Me quitas el abrigo y no tengo cuerpo.
Levita la cabeza sobre un campo invisible
lleno de sol de mediodía.
Es la frontera entre lo que queda
y lo que se ha ido.

lunes, enero 18, 2016

Bufanda

No querías hacerte un nudo en la bufanda por si se quedaba atrapada entre las puertas del tren y te ahorcaba al arrancar.

Sin embargo, poco después, te hiciste corresponsal de guerra y me dejaste.

Conejo

Íbamos por la Calle Sócrates y llevabas mi pequeño conejo en los brazos. Se te cayó al suelo y quedó desnucado, tieso, con los ojos en blanco mirando hacia arriba, muerto. Crucé la acera porque no quería verlo más tiempo así, ni tocarlo, aunque la idea de darle una patada rápida y que quedase a un lado de la carretera para que ningún transeúnte lo viese así se me pasó por la cabeza mientras corría y lloraba en dirección Calle Concepción Arenal, sabiendo, de todas todas, que lo habías tirado a posta.

lunes, julio 07, 2014

Antigüedades

Le veo en la tienda de antigüedades a la que hemos llevado todos los objetos y los muebles que pertenecían a nuestra vida conjunta. No quiere mirarme a la cara, quiere pasar rápidamente al olvido. Yo me acerco y le digo, entre dientes, que va a pagar por todo el daño que me ha hecho, y que si no lo hago yo, lo hará uno de los míos. Consigo, al fin, que me mire, y me dice, moviendo la mano en círculos por su vientre, que si no tengo suficiente con todo lo que está pasando y lleva por dentro. Le digo que no, que quiero su muerte, y me alejo con unas viejas sandalias en la mano.

sábado, julio 09, 2011

Casa Bailly

Casa Bailly, monstruosa y señorial
Hotel Bailly, grafiteado y colonial.

Miro desde la Nacional IV tu dualidad. A tu lado creció una gemela. Convivisteis dignamente hasta que os abandonasteis.

Casa hotel Bailly, doble y abismal.


Ahora la naturaleza crece dentro de ti. De tu tejado sale un árbol, de donde antes salía humo. De donde antes colgaban lámparas de araña, arañas habitan tus deshumanizadas estancias.

Casa Bailly, destruída y sobrenatural.

Te alzas sin esfuerzo sobre una colina artificial llena de maleza y deshechos, colchones y sillones tan vetustos como tú. Y te impones, sin inmutarte, sobre los puentes, las rotondas y las carreteras de la nacional.

Hotel Bailly, distante y colosal.

Dos gemelas de largo pelo blanco trenzado y falda negra hasta los pies
Llegaron y habitaron cada una de tus veintiocho alcobas. Levitaban sobre el suelo agrietado, trepaban, desesperadas, tus desconchadas paredes. Empezaron vuestra autodestrucción. Bebían, se drogaban, dormían a dos pies del suelo, al lado de ventanas sin cristales. Prendieron fuego a su alrededor.

Villa Bailly, destruída y dual.

Un rayo cayó en el árbol que anidabas. Un rayo os partió en dos. Desde entonces, hace casi diez años, os miráis de reojo, sin hablaros, no sabéis nada una de la otra, no sabéis, ninguna de las dos.


Casa hotel Bailly, fulminada y fantasmal.

jueves, abril 22, 2010

La Una mira a la Otra

Yo estoy detrás de ellas.

La Una mira de reojo a la Otra. La Otra trata de ocultar lo que escribe, pero la Una consigue datos. Hay un periódico gratuito. Hay un periódico gratuito (lo sabe porque su volumen no es de más de veinte páginas mal contadas) doblado para que solo quede una página al descubierto. Una página en la que pone, con letra mayúscula y rematada: DÍA DE LA MADRE, y, debajo, varios objetos regalables. Pero a la Una, que se le van a salir los globos oculares por la derecha–no quiere desviar el ángulo de la cabeza con respecto al torso-, mientras disimula leer un dossier de papel reciclado, no le interesan los objetos. Le interesa lo que escribe la Otra en los márgenes, encima, debajo o al lado de los objetos, con letra de cuaderno de escritura de los años 50, con un bolígrafo punta fina que suelta más tinta de la que el papel de periódico puede absorber y hace la tarea de la Una más difícil. Pero la Una logra ver que en el margen izquierdo pone: lunes, (....), jueves. En el marco superior escribe: Lunes, Aquilos (quizás Aquiles), Perro. La Otra parece preocupada en lo que escribe y en que nadie lo sepa. Recelosa, dobla ligeramente el periódico hacia la derecha cuando se da cuenta de que la Una le mira. Pero la Una, insistente, busca excusas para mirar a la derecha: busca el nombre de la estación por la que van, se gira al más mínimo ruido, se pone la mano en el cuello (la mano recorre la columna salomónica que es su cuello) como si le doliera por haber dormido en una mala postura toda la noche. La Otra advierte sus triquiñuelas y se empeña en hacer ilegible lo que escribe. Pero la Una, con su máster en criptología aplicada a la grafología popular, descubre dos datos más: Llorera, Fruto. Llorera y Fruto se van repitiendo a lo largo de la página. La Una trata de buscar una concatenación lógica:

Hipótesis 1: La mujer ha tenido hijos. Pero éstos, sus frutos, ya se han ido. No habrá día de la madre. Esto le produce llorera. Pero, al menos, los lunes y los jueves, puede cuidar de su nieto. El resto de los días, puede cuidar de su perro Aquilos (o Aquiles).

Hipótesis 2: La mujer no ha tenido hijos, decidió no tenerlos. Mira melancólica lo que podría ser un día de la madre. Ésto le produce llorera. Los lunes y los jueves le encantan, son sus días de taller literario, son los únicos en los que da frutos. De mientas, su perro Aquilos (o Aquiles), que lo llamó así porque es su personaje literario favorito, le acompaña.

Hipótesis 3: La mujer está creando un collage posmoderno crítico que va a escanear y colgar en su blog en cuanto llegue a casa, explicando en la entrada el interés ajeno que ha provocado su creación en un lugar público.

La Una, desesperada, llega a su parada. La Otra, cuando la Una se baja, ríe a carcajadas.

domingo, marzo 21, 2010

No sea tonta



Cortometraje "No sea tonta", escrito y dirigido por Laura A. Gallego (Con presupuesto cero y amor noventa y nueve)