miércoles, mayo 23, 2007

como esos pájaros de ahí

Estábamos en la Calle Castellbell, a la altura del número cinco, hablábamos en grupo y le decía a mi madre que había una nueva especie de pájaros, unos murciélagos que volaban de día, y por ende, eran blancos, como ésos de ahí, como ésos que corren a precipitarse. Pero su pico era enorme, devastador, y sólo volaban en picado para clavar su pico en el pie de algún viandante. Si fallaban en su precisa trayectoria asesina, incrustaban su pico en el suelo, ya fuera tierra, barro, cemento o alquitrán, y allí se quedaban, con los ojos abiertos, hasta su muerte. Algunos de la calle comentaban que el dolor que producían al clavarse en el pie o en el tobillo era agudo, intenso, como ningún otro dolor en el mundo y todos los demás andaban dando saltos para evitar ser el blanco de su ataque.

Yo misma esquivé algunos, sentía el dolor de su contacto como si éste se hubiera producido. Pero encontraba la solución: situarme al lado de un charco. De este modo, el murciélago blanco por vete tú a saber qué motivos, iba directo al charco, embutía su pico en el agua y se ahogaba (miraba su muerte y me gustaba). Una vez solucionado el problema, me fui a mirar bolsos y zapatos.


---------------------------------

N. del A.: Sueño demasiado, tengo poco tiempo para contarlo. Algún día de éstos volveré. Dibujo mal, me pilló en clase, pero es lo que hay.