miércoles, diciembre 28, 2005

Algo que se escribe y una amiga te hace dar cuenta de que no debes enviar pero que como te ha quedado bonito, lo publicas en tu blog

Hace un par de semanas pensé que podría tener un pequeño detalle contigo, lo sentí así, tal cual, algo como un regalo de una amiga poco invisible. Empecé a releer Rayuela sabiendo que tú no lo harás tal y como te dije que, por favor, lo hicieras, y a sacar los fragmentos que yo creía más especiales, en los que aparecen la Maga y Horacio de una manera que hace sentir. Maga, Maga, Maga, tan frágil que llora migajas de pan.

Pero después desinflé ese pensamiento, al recordar que sé que las palabras que salen de mí, al llegar a ti pierden su sentido, su valor, su contexto, todos sus sentimientos, y que por lo tanto, con las de Cortázar, Horacio, la Maga, podría ocurrir lo mismo. Tantas son las cosas que he escrito y no has leído, Iván, pero mejor así. No sé por qué tus ojos no saben leerlas, tu cerebro no las puede procesar con el mismo sentido, y tu nosequé interno se hace el loco para que no le entre nada. Lo mismo pasará con esta introducción, al escribirla sé que cuando tú la leas será como si se quemaran en un incendio de un bosque imaginario provocado por un despiste de un duendecillo haciendo una hoguera para alumbrar a una duendecilla a la que quiere conquistar. Pero aquí están, tan huidizas como siempre, las palabras, digo, que se escapan y se van contigo, supongo que ellas te quieren más que yo. Siempre les da por grandificarlo todo y hacerlo más profundo de lo que en realidad es, ellas son así de idiotas, como la mano ejecutora que hay detrás.

Ya no he seguido extrayendo nada de Rayuela para ti.
Pero esto es lo que hay

Y es que no tienes la culpa, Iván, tu eres así y yo asá, lo malo es que ambas maneras de ser son muy iguales aunque parezcan tan diferentes. Sólo les separa una vocal. Y el así y asá mientras más lejos, mejor.

Fragmentos especiales de Rayuela. Julio Cortázar

“Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da cites precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico”

“Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que ansiábamos para encontrarnos”

“y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro”.

“Cómo podía yo sospechar que aquello que parecía tan mentira era verdadero, un Figari con violetas de anochecer, con caras lívidas, con hambre y golpes en los rincones. Mas tarde te creí, mas tarde hubo razones, hubo madame Leonie que mirándome la mano que había dormido con tus senos me repitió casi tus mismas palabras. "Ella sufre en alguna parte. Siempre ha sufrido. Es muy alegre, adora el amarillo, su pájaro es el mirlo, su hora la noche, su puente el Pont des Arts." (Una pinaza color borravino, Maga, y por que no nos habremos ido en ella cuando todavía era tiempo.)

“Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos, y entonces primero cosas como estrellas amarillas (moviéndose en una jalea de terciopelo), luego saltos rojos del humor y de las horas, ingreso paulatino en un mundo- Maga que era la torpeza y la confusión”

“Dejábamos las bicicletas en la calle y nos internábamos de a poco, parándonos a mirar el cielo porque esa es una de las pocas zonas de París donde el cielo vale mas que la sierra. Sentados en un montón de basuras fumábamos un rato, y la Maga me acariciaba el pelo o canturreaba melodías ni siquiera inventadas, melopeas absurdas cortadas por suspiros o recuerdos”


Hasta aquí llegué, no son muchas páginas, ves, me di cuenta a tiempo.

Lo publico porque me ha quedado bonito, dicen por ahí y porque sé que tú no lo vas a leer. Seguro que ni siquiera te acuerdas de que tengo un blog, pues imagínate perder cinco o seis minutos en leer algo de vez en cuando. Estás demasiado ocupado enamorándote cada segundo un poco más de ti mismo como para hacerlo. Y si llegas, Iván, esta es sólo una cosa más de las muchas que te he escrito para mí.

miércoles, diciembre 14, 2005

¿A dónde van los ...?

- ¿A dónde van los puntos suspensivos?
- Al humo que se escapa de tu cigarrillo.
- A veces me dejas sin palabras.
- Tú a veces me dejas sin puntos. Como cuando dices que el amor no se va, que se arranca, o se pierde como se pierden los mecheros azules y pequeños.

L&B again.

miércoles, diciembre 07, 2005

Aleix ya ni me mira

O igual, la que miraba, era sólo yo. (y él se extrañaba)

sábado, diciembre 03, 2005

Juego: "Hoy me hago pasar por..."



Lolita, sí, de Kubrick, una de las películas en que se saca más partido a la sensualidad juvenil, casi infantil. ¿A quién no le pone la escena del caramelo? ¿Y la de la mecedora? Ríete tú de esas fantasías sexuales con Nueve semanas y media, con lo asqueroso que es tener reseco todo ese potingue en tu cuerpo.

La cosa es que tengo ganas de un buen polvo, hace mucho ya que no siento algo así, aprovecharé algo de los pintores que rondan por casa para proponerles algo, y hacer una escena de película: el rodillo deslizándose por mi cuerpo, esas gotas de pintura haciendo un mosaico por mi vientre… Después, proponerle ir a tomar algunos tequilas, sin excusas que valgan, le conduciré al lavabo, juego de sombras y humedades, y le susurraré al oído que demuestre qué sabe hacer con las manos además de pintar. Eso sí, sólo sexo, quemaré su tarjeta de pintor, porque sino luego te lías, acaba siendo una serie de polvos, descubres que tiene novia y se te ha jodido todo. ¿Se puede separar esa amistad sexual del amor? Es difícil. Bueno… voy a decirles que me pinten algo.

Lo de Lolita… porque con quince años llegué a pensar que era una ninfómana y me sentí algo identificada. Lo único que no me cuadra es que, yo, nunca he estado con un chico tan mayor, sería una Lolita invertida, pero eso es algo que contaré otro día.