martes, abril 10, 2007

Su voz en off

Estaba tumbada en el césped con las manos cruzadas por debajo de la nuca. Tomaba el sol. Él empezaba a hablarme de cualquier cosa pero no le veía, su voz me llegaba, no su imagen, dónde estaría escondido, dónde, aunque su voz en off no parecía preocuparme demasiado, sólo me importaba estar tumbada en el césped con las manos cruzadas por debajo de la nuca y la correcta posición de mis gafas de sol.

Veía a gente conocida divirtiéndose, jugando con una pelota, supongo que a fútbol. La más estirada de todas, la más estilosa de todas peinaba con la cabeza (sin despeinarse) un centro imposible, y yo me reía, jovialmente me reía y mis carcajadas sorprendidas ocultaban su voz en off. “qué bien has peinado el balón sin despeinarte, Isabel”. Entonces me giraba y conseguía verle, sentado a mi lado, en el césped, como si tal cosa, como si llevara allí toda la vida plantado. Iba vestido de negro, con gafas de sol, y las piernas largas, había salido de su escondite de narrador omnisciente, de narrador de la jugada. Sonreía y era cómplice de la situación. (Increíble que ni se haya despeinado el tupé al rematar, increíble.) Le preguntaba que de dónde había salido y me respondía que de los libros. Qué tipo de libros. De esos de tu estantería. Eres un personaje. Un conglomerado de ellos. Ah, correcto, ManolitoAndrésHurtadoHoracioGenouilleTomásDédalusJoseArcadio, por llamarte de algún modo. Entonces nos levantábamos del césped, seguíamos riendo, y empezábamos a caminar. Stop. Miré mi reloj, miré un plano detalle de mi reloj: 12:20. Tengo que irme. Le suelto la mano, le doy un beso sonoro, y me voy escaleras arriba. Me voy escaleras de mi colegio de primaria, arriba. Pasamanos de madera y paredes verdes.

Taan tin, Taan Tin. Mire: Bon dia!si cuelgan las listas de los Erasmus hoy dime algo!Vagi b la reentre! 10.04.07, 07:33

sábado, abril 07, 2007

Dientes y Desayunos

Al despertarnos le digo que tiene los dientes de mi padre (o la boca): el tamaño, la forma, el color grisáceo, las pequeñas manchas amarillentas, la textura a tiras (quizás los labios finos). Llevaba un año pensándolo pero aun no se lo había dicho. Entonces sonríe y me pregunta cómo he dormido.

- Mal. Demasiados sueños. He besado a un amigo, me han invitado a una orgía y después de una fiesta, he vuelto a Sant Andreu.

Se levanta y me trae el desayuno a la cama. Me gusta la idea. Nunca antes me lo habían hecho. Creo que le inspiró la entrevista que vimos ayer noche en la que un presentador gay le preguntaba a una cantante de moda con un culo perfecto (presunto culo perfecto) si le llevaba el desayuno a la cama a su novio o su novio a ella. Es algo muy incómodo lo de desayunar en la cama. Es el miedo constante de que la bandejita de flores se vaya a la mierda y derrames todo el café por todo el blanco impoluto de las sábanas y el edredón. Es el miedo de tirar todas las migas de las tostadas y que pinchen las pieles la noche siguiente. Me siento y me clavo cada hueso de la espalda en la pared. Intento doblar en tres la almohada pero es inútil. Le digo que me duelen las mandíbulas y me hace un masaje en la cara: presiona haciendo círculos en los pómulos, en los párpados, en las sienes. Para y me mira atento desde su lado de la cama, los dientes de mi padre me miran atentos desde su lado de la cama. Y hace ya un año.