martes, diciembre 19, 2006

Con nombre, sin cartas

Cuando voy a salir del portal forcejeo el buzón para abrirlo sin llaves (nunca me han confiado una de esas). Miro los nombres y veo que aún está el de mi padre. Salgo a la calle pensando en qué sentido tiene, si ya no vienen cartas para él.

domingo, diciembre 17, 2006

World Press Photo '06

Todo está oscuro y silencioso, a pesar de haber luces y mucha gente. Da la sensación de estar en una cueva, en un subterráneo, en un túnel secreto redondeado con arcos, a pesar de que es un primer piso.

Lo primero que ves mínimamente iluminado es una foto de una señora de piel negra con una mano minúscula apoyada en su boca. ¿De quién será la mano? Te acercas al (minúsculo también) panel informativo, no por su contenido sino por su tamaño, y sabes de quién es la mano y qué miseria es la que le ha tocado vivir. Como te duele, o mínimamente te afecta, o mínimamente te encoge, te giras con ansias de ver algo menos comprometido. Te encuentras una retahíla de fotos de deporte: Sharapova gana un partido y está la mar de contenta, Andy Rodick realiza un revés descomunal, una saltadora se deja la cabeza en el trampolín, un niño africano se entrena en la barra de ballet (con las puntas de las puntas destrozadas) a un boxeador se le cae el protector dental después de un puñetazo y unas patinadoras callejeras estadounidenses tatuadas, literalmente, hasta las cejas, se dedican a empujarse las unas a las otras y a hacerse moratones (por si no teníamos suficiente violencia, éramos pocos y…). Ah, y un toro dejando fuera de juego a un caballo en una corrida. (parió la abuela, o la burra, o el burro).

Pero ojo, porque empiezan a mostrarnos lo desgraciado que es el planeta tierra y sus integrantes. Nos empiezan a mostrar a unos jóvenes de China trabajando 24 horas al día en la reproducción exacta y perfecta de obras de Van Gogh o de quien se tercie. Ojo, porque nos empiezan a relatar el proceso de un cáncer de mama en una mujer (con todas sus fases: dolor, creencias en Dios, cabellos rapados al cero, implantes mamarios, medición por parte se su hija pequeña de los centímetros que crecen de pelo en su cabeza, día tras día, etcétera).

Pero cuidado, porque hay muchas guerras y catástrofes naturales, o simplemente, mierda en el mundo (con perdón). Cuidado porque hay niños que se han quedado ciegos por culpa de la desnutrición y juegan a fútbol con una pelota que integra un cascabel. Cuidado, porque hay un niño que cada día le ata los botones de la camisa a su padre porque este tiene ambos brazos amputados por vete tú a saber qué desgracia.

En medio de todo este dolor, de este supuesto dolor suyo y nuestro, nos muestran un blanco puro, un blanco polar que nos deja con la intención de respirar. ¿Qué es esto tan blanco? ¿De dónde ha salido? Pero, atento, hay una mancha roja en medio de esta pureza. Tranquilos, es algo normal, un oso polar se está comiendo a una foca. Ley de vida, cosas de la cadena de alimentación. Se me antoja como una metáfora de los humanos. Tranquilos, es ley de vida que nos destruyan los huracanes y los terremotos (Qué hija de puta la madre naturaleza,-con perdón, otra vez- no es sabia, sino que tiene mala baba, ¿quién será la madre de la madre naturaleza? No quiero ni imaginármelo). Tranquilos, es ley de vida que nos maten en la guerra. Tranquilos, es ley de vida que nos sorprendan enfermedades terminales. Tranquilos, es la mierda de mundo que le ha tocado vivir a la foca, ser una mancha roja intensa que joda la foto o que la haga aún más bonita.

Crees que estás solo en la exposición, te acercas tanto a las fotos para leer la minúscula letra de la explicación que parece que no haya nadie más. Los gafapasta no ven si hay alguien al lado suyo, la montura de las lentes no se lo permite. Eso da aún más sensación de intimidad con la foto. Pero te giras y te chocas con alguien, perdón, perdón. Hay tanto silencio, tanta parálisis. Sólo se percibe algún movimiento de negación con la cabeza. No, no, no, este mundo no puede ser tan mierda. No, no, no, no puede haber tanta injusticia. No, no, no, no me cabe en esta misma cabeza que está haciendo movimientos de negación todo lo que veo. Y algún que otro sniff pero no de llanto, sino de mocos, porque en dos días parece que el invierno ha llegado.

Sigues y cada vez los ánimos van decayendo. O mínimamente decayendo, o imperceptiblemente decaen. (No quiero globalizar las sensaciones, así que: los míos decaen). Un soldado patea la cabeza de un civil en la Rue de l’entente (calle de la armonía). Gente se juega cada día la vida cruzando un puente de madera destruido por un terremoto de seis o siete grados en la escala Richter en Pakistán. Un niño se agarra al cuello de su padre con el único brazo que le queda, el otro se lo están cosiendo tras amputárselo. Un hombre mira a un paisaje propio de Apocalypse now tras el paso del huracán Katrina, territorios inundados y casas ardiendo entre palmeras. Un poco antes, o un poco después, bandas callejeras (maras) de Ciudad de Guatemala se matan, no en la calle, sino en la cárcel, cortando cabezas de cuajo, más propio de Tarantino que de otra cosa. En otras cárceles, esta vez de África, los presos no caben en las estancias. Todos duermen apiñonados en el suelo y no se mueven ni cambian de postura hasta que uno de ellos, designado a esa tarea, avisa. Por otro lado, una niña negra vestida de blanco, yace en el suelo después de haber muerto a causa de la disentería. Hay mucha gente a su alrededor, mirándola. Me recuerda a La santa de Gabriel García Márquez. Todos parecen esperar un milagro… esa niña: ¿pesará?

Poco más o poco menos recuerdo de esa exposición. Solo me viene a la mente que salí de allí pensando que, somos todos unos animales, sino…sino no lo entiendo.

viernes, diciembre 15, 2006

Doppelganger (II)


Que no miento si os digo que hay una doble que camina a mi lado. Aunque no sepa cuál de las dos es.

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foto: gotita

domingo, diciembre 10, 2006

David me da miedo

A veces tengo miedo de quedarme a solas con David. Me vienen a la mente imágenes de la noche en que casi se muere. Le veo de color morado en el suelo y con espuma en la boca. Yo corriendo por el camping y las piedras clavándoseme en las sandalias. Yo llamando por teléfono y su hermano llorando abrazado a mí. Yo imaginándome el discurso que soltaría en su velatorio.

Le miro, con esos ojos tan azules a punto de salirse de su hueco, y me da miedo. Pienso en esos dos ojos tan azules rodando por el suelo.

Cuando me siento en su cama, David mira a la puerta en vez de a mí. Siempre pienso que está viendo a alguien a punto de entrar, y me da miedo. Es entonces cuando yo miro la lámpara colgada del techo, que siempre se balancea. Luego, intento buscar explicaciones: el metro pasa por debajo de su edificio, el diseño arquitectónico tiene algún fallo y se tambalea la estructura, eso hace que, al pasar los coches por la calle, se muevan los cimientos y así el techo y así la lámpara no para quieta. Etcétera.

A veces me lo imagino en posición reptil, camaleónica, siendo piedra en la iglesia de Banyoles y siendo tierra en una montaña de Graus, convirtiéndose a veces en abeja y, a veces, en culebrilla.

Le oigo respirar fuerte en templos budistas y recitar tantras. También me da miedo. Creo que le va a entrar tanto aire que se va a ahogar. Creo que va a entrar en trance y se va a evaporar.

Siempre me mantengo en alerta cuando él está cerca, por si acaso. Es una sensación extraña, esta. Que te dé miedo tu mejor amigo.

lunes, diciembre 04, 2006

Despites (Il)

Mientras iba en el coche explicándole a mi hermano mi creencia de que el despiste es debido a que hacemos una cosa pensando en otra, iba intentando acordarme de cómo se dice miolar en castellano (maullar) para escribirlo en un sms y abrí la puerta del copiloto en plena Ronda del Litoral en vez de la ventana para que mi bufanda del Espanyol ondeara al viento.