sábado, diciembre 11, 2004

sueños (siesta 11- XII-04)

Abro un nuevo apartado, narraré mis sueños (una selección de ellos, algunos son innarrables...), de hecho, voy anotándolos desde hace un tiempo en una libreta. Cuestan mucho de explicar, como todos los sueños, intentaré darles coherencia y forma....

Siesta: 11 de diciembre 2004

Venía del Prat, ¡tan triste! (ahora reflexiono y no entiendo por qué casi siempre el regreso desde el Prat a mi casa, es triste, por algo bueno (el deseo de quedarme), por algo malo (un vacío, algo que no ha funcionado, un acto en vano). Me costaba mucho llegar hasta la estación de tren, iba corriendo mientras medio lloraba, miraba los horarios y no reconocía ningún recorrido, ninguna destinación.
─Perdone, ¿Cuál es el tren que va dirección Sant Andreu?
Nadie me respondía, ese tren no existía, (de hecho, no existe, ningún tren va directo desde el Prat hasta Sant Andreu, Sant Andreu Arenal, claro, a Comtal sí) qué angustia, no sabía dónde subirme para regresar a mi casa.
Me salía de la estación de tren, me perseguían unos drogadictos, era un puente, me recordaba a Can Tunis. Volvía a las vías apresurada, dos trenes se acercaban y veía al lado de las vías a dos niños pequeños, que apenas podían andar. Rápidamente fui hacia uno de ellos y le cogí en brazos, corrí para cruzar las vías y se lo daba a su padre que estaba a un lado, le decía:

─¿Pero usted qué? ¿Viene el tren y no coge a su hijo? (o hija, no recuerdo el sexo, pero era precioso, al cogerlo me acordé de mi futuro sobrino, a él también le salvare de las vías siempre que pueda). Me quitaba al niñ@ de las manos… lo metía en un coche antiguo, verde rancio.
De repente veía los ferrocarriles catalanes (sí, señores, he llevado los ferrocarriles catalanes hasta el Prat, lo que no hace la Generalitat, o la Tmb o no sé, lo hacen mis sueños). Entraba, era una nueva línea, le preguntaba a una señora:
─Este ferrocarril, (era un metro, al modo del tub de Londres) ¿va hasta Urquinaona? (no sé por qué preguntaba Urquinaona, quizás porque es roja y amarilla)
─No, este va hasta Sarrià.
Bueno, pensé en meterme y ya llegaría a alguna parada de metro de la línea roja.
Al entrar, una chica joven contaba una triste historia, estaba medio llorando, y los demás ocupantes del metro se pusieron a su alrededor a escucharla.
─No me lo puedo creer, me ha dejado… con lo que éramos… las veces que habíamos hecho el amor, y ahora nada…
Yo miraba incrédula la situación, ella ahí contando lo triste que estaba y los demás atónitos… decidí pasar de largo, con lágrimas en los ojos miré atrás y todos ellos seguían escuchándola… me detuve a mirar el mapa, increíble, no reconocía ninguna línea, ninguna parada. Me detuve a mirar los nombres que le habían puesto a las paradas: universo, arco iris, tenue, luz… Por los altavoces, las iban anunciando un hombre y una mujer, y por cada una d ellas, hacían un comentario.
─ Esta me encanta, es un nombre muy acertado, tenue, da una buena sensación…─decía la mujer.
─ Sí, estoy de acuerdo, aunque luz también es muy bella...

Me apoyaba en una puerta, mirando el cartel con el nombre de la parada, tenía que bajarme en Luz, era correspondencia con línea azul, Maragall, y a su vez, ésta conectaba con la roja.

Me desperté con los músculos agarrotados, ya sin luz en la habitación, seguía triste, venía del Prat, era de esperar.

1 comentario:

Helena dijo...

Me he estado paaseando un poco por tu blog y me ha gustado. Me gusntan las mandarinas y los cuentos, es fácil entonces, y también me gusta Extremo y Marea y Saramago... tendré que volver.
Un beso desde mi nenúfar.