martes, diciembre 07, 2004

Muebles Navarro

-Oye, me quiero ir
-¿A dónde?
- No sé, a la calle, a la vida, estoy crisis. Quiero que el frío me abofetee la cara hasta que mis mejillas queden sonrosadas, y venga un niño con las mejillas igual, amparado en la hoja ya marrón de un plátano que cae, a besármelas, para que se tornen más rojas aún a su paso.
- Bonita sensación.

Y nos fuimos.
La temperatura inadecuada de un mes de diciembre y el calor de un café de una vieja tienda de muebles impidieron que el viento que presuponía frío chocara conmigo.
Quería calle, vida, éxtasis, frío, no le hice un feo al calor.
Viví un poco.
La alegría de Amelie y la sensación de Oto y de Ana a mi lado hicieron que me olvidara de cenar. Fui a la cocina y vi a mandarina más naranja que nunca, no dejó que la desvistiera con los dedos, tuve que sacar el cuchillo

1 comentario:

alhua dijo...

a veces yo también necesito que el frio me abofetee en la cara para sentirme un poco más viva.
Reacciona! me grita mi otro yo pero no respondo. Llevo así demasiado tiempo.
Yo también he sido mandarina, pero se me va con los lavados.
Amelie y los amantes del círculo polar. Sí que me marcaron. En exceso diria yo.