Me caí lentamente de un rascacielos, confié en mi corazón alado (dicen) sin pilas, con lo que me ha costado subir el millón de escalones ─pensé─. Saqué del bolsillo mi paracaídas cóncavo roído por los ratones del desván, mi parapente cuadrado de madera, mis hélices de papel.
martes, noviembre 16, 2004
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