domingo, junio 19, 2005

nísperos jaspeados

Me toca ser una loca, sí, por lo que quiero ser, una loca atormentada, pero no pasa nada, aún me queda un margen de tiempo.

Se me han acabado los nísperos y las lágrimas naranjas, y las rojas, y el color, y los filtros. Ya no hay. Y ahora, el sofá es azul (jaspeado).
Se me ha acabado el final de mi pelo que creía interminable, pero no. Me da igual. Lo más trágico de hoy no es mi soledad, ni mi imaginación dibujándote en el sofá azul (jaspeado) mirándome de reojo, ni el sol dibujando cenefas naranjas en un suelo (jaspeado) y caliente. No, lo más trágico de hoy es que se me han acabado los nísperos de José María.
Después de comer unos espaguetis recalentados, no estaban donde ayer los encontré, no preví su desaparición, qué inconsciente. No. En su lugar había unas cerezas suculentamente vomitivas, unos melocotones deliciosamente flácidos, aguados, se nos escapa la vida en su deshacer, unos nísperos de plástico pintados con unas manchas negras de fuel, patético intento de imitación de jaspeado. Unos nísperos inválidos, artificiales, duros, inenarrables, incomibles. He sacado el cuchillo, aunque me hubiera hecho falta un serrucho para desmenuzarlo, para ver si su interior me daba una sorpresa, como a veces suele ocurrir con otras cosas, para ver su núcleo, pero no, un níspero sin hueso ni pinyol, un níspero de cartón piedra, de pladul, sin corazón, sin alma, un níspero de basurero, de estercolero, un níspero que ni en sus mejores sueños seria la clonación cutre de un níspero de José María.

He llamado a mi madre, más allá de los Pirineos:
- Mama, ¿qué pasó con el níspero de nuestro patio?
- ¿Ese? Se secó, creo, y lo arranqué, ¿por qué?
- No, por nada
- ¿Te has comido los espaguetis? ¿Estaban buenos?
- Sí, mucho.

Mentira, no se secó, estoy segura de que lo arrancó, posiblemente era una molestia para ella. Cuando algo da problemas, lo devuelve, lo tira, lo corta, lo mata,. Como mi hámster, como mi tortuga, como mi níspero, menos mal que no hizo lo mismo con mi padre, por eso se lo perdono todo. Ahora quizás él está con mi níspero, los dos, muertos, llorados, añorados.

Pero hoy se me han acabado los nísperos de José María. Nuestro vecino, era. Tenía dos nísperos que los había plantado su madre, la abuela Paca, uno al lado de la intransitable calle de un pequeño pueblo de Tarragona, otro, rozando el pasillo que lleva al patio de mi casa, tímidamente inclinándose para que yo le cogiera, ¿quién le iba a querer más que yo? Nadie, por eso se venía hacia mi casa. Hasta que un día pillé a mi madre cortando las ramas que invadían mi casa.

- ¿qué haces? ¡No las cortes!
- Me están poniendo todo perdido ¿no ves? Entre los pájaros, las hojas asquerosas estas, y los nísperos que se caen de maduros, lo están pringando todo.
- ¡Estate quieta!
- Pero Laura, hija, que ya crecerán otra vez, que así le estoy sanando.

Así es ella, práctica, mutilando al pobre níspero que se caía en mis brazos, en mi paladar.

- Laura, todos los nísperos que pasen de la valla son tuyos, no te preocupes – me había dicho José Maria, el ex mejor amigo de mi padre, el fanfarrón de nuestro ex barrio, Sant Andreu, odiado por mi madre (el barrio y el amigo) y luego, finalmente, por mi padre.
- Sí sí, estoy en todo mi derecho, ¡es mi propiedad!- contesté yo entre risas, con apenas ocho años, mientras me bañaba en una piscina, objeto de batalla mucho tiempo atrás sin yo saberlo.

Pero no he venido a hablar ni de piscinas ni de batallas. He venido a hablar de mi níspero, ¿está claro?

- Laura, te he cogido los que he podido, están en la cesta de la cocina, los demás se los ha llevado la Luci antes de que se lo coman los pájaros.

Malditos pájaros, no me gustan, qué le voy a hacer. Cuando emprenden el vuelo se me antoja que se van a posar en toda mi cara, estampándose de lleno, jaspeándomela, comiéndole sus asquerosas patas, disfrazándome con sus repugnantes plumas. Pájaros, mi manjar no está hecho para su paladar, los nísperos son míos, ¿estamos?

Me llevé la cesta a mi casa, para que acabaran de madurar conmigo. Juntos mejor. Me acariciaba con sus ramas pelosas, me hacía un vestido con sus ásperas, recias, alargadas hojas, y me deshacía con él cuando se metía en mi boca. ¡Aguachinao! No, mama, no están aguachinaos, están en su punto, están frágiles, dulces, inocentes. Me da pudor desvestirlos con el cuchillo, no quiero arrancarle ningún pedazo, le quito la piel con los dedos, poco a poco, con los dientes desafilados para la ocasión, hasta que me encuentro con su corazón, marrón, duro, el núcleo, pero blanco por dentro, incomible, lo tiro a la basura, como debería hacer contigo, pero de momento no, estás tan bonito sentado en ese sofá azul (jaspeado) que te voy a dar un tiempo más de vida.

Pero hoy, se me han acabado los nísperos de José María. Para cuando vuelva a por más, los pájaros ya se los habrán comido todos, los habrán picoteado a desgracia, con rencor, pensando en mí, alzando el vuelo para cagarse en el fin de mi pelo negro, posándose en los agujeros de mi nariz, cerrándome violentamente los ojos con sus putrefactas alas, ¿Pero sabes qué? El níspero me quiere a mí, por eso se inclina hacia mi casa, por eso crece hacia el lado izquierdo y no hacia arriba ni hacia la derecha, porque ellos vienen a caerse rendidos, cansados de tanto estar colgados, a mi regazo, a mi entrepierna, para que los acaricie, para descansar una tarde de domingo en un sofá azul (jaspeado) escuchando el fútbol por la radio.

José María murió seis meses después que mi padre (y diez o doce años después que mi níspero) del mismo mal, el mismo mal que les comió, les secó poco a poco, picoteándoles a mala gana hasta acabar con ellos. Pero estoy segura que un níspero, bañándose feliz en una piscina de lágrimas saladas, durmiendo la siesta en un sofá azul (jaspeado) un níspero comiéndose los bichitos que se estaban devorando a mi padre y a su ya no ex mejor amigo José María, les hubiera salvado.


A mi padre, a José María, al níspero de mi patio.

13 comentarios:

L.A. dijo...

Aviso: me he permitido el lujo de parir algo triste de verdad, llevaba demasiado tiempo vagueando en mí. Pero tranquilos, me he puesto la epidural.

Anónimo dijo...

una delicadeza laurita...todo una delicadeza...sin pudor puedo decir q es el mejor texto que t e leido jamas....el mejor con mucha diferencia sin duda....

aizun dijo...

quiero dejarte un comentario que en realidad diga "no comments", porque las palabras, aunque sean de ánimo (o para decirte "este es realmente triste" o "este es realmente bonito") se quedan vacías al lado de tus nísperos jaspeados.

Anónimo dijo...

Simplemente me queda una pregunta...
¿qué salsa llevaban los spaghettis? ¿salsa de níspero confitado con bechamel?. Espero impaciente su respuesta...

Anónimo dijo...

Espero un dia poder comentarle la comunión entre café, leche y croissant. Un aparente trío erosionado en pareja de sueño diario...

Anónimo dijo...

Saludos.
Más allá de todas las consideraciones, corazonadas, intuiciones, intenciones, moralinas... Más allá de los posibles análisis y cuantas estupideces se me ocurran, y porque finalmente sé que no tengo ningún derecho, y este blog no es ningún espectáculo ni debe serlo (y que ni se te ocurra, eh?). Más allá de la mama, de los tuyos, de tus amigos y amigas, y del resto del mundo. De los que siguen y de los que fueron. Más allá, Laura, te habla mi corazón que no es más que una extraña coincidencia de espacio y tiempo para ti, como debe ser, supongo. Me dice que te entiende y que hace un ratito se le escapó una lágrima. Nunca te dejes. Lucha. Escribe. Porque siempre hay un Níspero, aunque no sea aquél.
(Por cierto, soy Port, y quiero tener siempre una mano y una sonrisa para la gente buena.)

Anónimo dijo...

(Perdón, que soy Port otra vez... Acabo de escribir una larga parrafada en un mail, y dudo de la oportunidad de enviarlo o no... Shakira, tú decides... De momento lo meteré en la nevera...)

L.A. dijo...

claro, Port, envíamelo.

Anónimo dijo...

me da la impresión de que soy la unica lerda que no se ha enterado de la mitad del cuento.
no puedo hacer ningun comentario sobre lo que me ha parecido, porque me he kdado con la historia a medias o a un tercio... ves a saber.

espero que un dia me la cuentes de antemano, pasa así volver a leer el texto y apreciar su maravillosidad

porque si solo entendiendo cachos un poco inconexos llegó a conmoverme, seguro que entendiendo la historia me deshago en un mangueretazo de lagrimas (si aun me queda liquido y presion para sacarlas)

un beso guapisisima

Bito dijo...

Hostia tia qué bonito, y a la vez que triste, aunque supongo que es ahí donde toda su belleza reside.

Por supuesto que puedes escribirme todos los emails que quieras, la dirección viene en mi perfil. Soy un poco patán con el email y no contesto a menudo, pero te prometo que los leo siempre, solo que para según que cosas soy un canalla...

Anónimo dijo...

Siempre igual... nunca sé por dónde empezar y mucho menos por donde acabar, así soy,no? un caos. Me quite de encima las excusas miles y la pereza que se apoderó de mí imaginación ( continua sin cobertura y bajo los efectos cultucomarquinales, lo siento estuve un año más en el infierno que tu, ten piedad... sé que me entiendes)y me di cuenta de lo pequeñita que me siento. Me confieso asidua a tu pequeño mundo cibernetico, sientes y entiendes el mundo rojo, inocentes e inconscientes los que creen que es solo un color...
Pero no fue el rojo quien me tiró al abismo del Haga su comentario, sino la conclusión de que en momentos donde las palabras son esenciales a veces con una sola se expresan los sentimientos más profundos... Nísperos... a partir de aquí ya todo lo que escriba sobra.
(Nayra)

Anónimo dijo...

ombre tanto tanto como sobrar, nayra....ten en cuenta q las palabras no son mas q palabras...conceptos abstractos...sin entidad física...las palabras son mentiras....y sólo la poesía tiene algo de verdad...pero solo algo....

Roberto Iza Valdés dijo...
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