sábado, abril 07, 2007

Dientes y Desayunos

Al despertarnos le digo que tiene los dientes de mi padre (o la boca): el tamaño, la forma, el color grisáceo, las pequeñas manchas amarillentas, la textura a tiras (quizás los labios finos). Llevaba un año pensándolo pero aun no se lo había dicho. Entonces sonríe y me pregunta cómo he dormido.

- Mal. Demasiados sueños. He besado a un amigo, me han invitado a una orgía y después de una fiesta, he vuelto a Sant Andreu.

Se levanta y me trae el desayuno a la cama. Me gusta la idea. Nunca antes me lo habían hecho. Creo que le inspiró la entrevista que vimos ayer noche en la que un presentador gay le preguntaba a una cantante de moda con un culo perfecto (presunto culo perfecto) si le llevaba el desayuno a la cama a su novio o su novio a ella. Es algo muy incómodo lo de desayunar en la cama. Es el miedo constante de que la bandejita de flores se vaya a la mierda y derrames todo el café por todo el blanco impoluto de las sábanas y el edredón. Es el miedo de tirar todas las migas de las tostadas y que pinchen las pieles la noche siguiente. Me siento y me clavo cada hueso de la espalda en la pared. Intento doblar en tres la almohada pero es inútil. Le digo que me duelen las mandíbulas y me hace un masaje en la cara: presiona haciendo círculos en los pómulos, en los párpados, en las sienes. Para y me mira atento desde su lado de la cama, los dientes de mi padre me miran atentos desde su lado de la cama. Y hace ya un año.

1 comentario:

De trapillo dijo...

...y si te vas me voy por los tejados como un gato sin dueño... y sin embargo.