jueves, octubre 13, 2005

Historia de un R 12 amarillo plátano (Capítulo I)

Aún recordaba el olor: humedad, vómitos resecos y gasolina en escapada.
El color de su tapicería: verde rancio y su tacto de terciopelo rasposo.
Aún recordaba la tonalidad de su carrocería oxidada: amarillo plátano descolorido.
El ruido exacto de su motor quemado al girar la calle San Francesc para aparcar en Francesc Macià delante del Cigaló: iiiiggññññhhhhh brf brf bruf
Y de lo que más se acordaba: de su eterna gotera en el techo de tela áspera.


Hace poco me encontré a su hermano en una calle de Montjuïc. Al preguntarle, me dijo que había muerto hacía unos diez años y que él era de los pocos que quedaba de su estirpe extirpada y pasada de moda. Se sentía muy solo, pero que le quedaba algo de alegría porque una de las últimas veces que había visto a su hermano, le había contado que había sido muy feliz durante sus veinte años de vida: una buena vivienda, un paseo los domingos, un esposo y una mujer estupendos y tres retoños encantadores, a pesar de que la pequeña de los tres no se acabó de adaptar nunca a él: vomitaba, se quejaba, se quejaba, se quejaba, cuando llegamos, me estoy haciendo pipi, me estoy haciendo caca, cantaba mil elefantes y luego otros mil más, hundía tres mil barquitos que no sabían navegar y luego lloraba por la desdicha de su naufragio (hasta que su madre cambió la versión y el barquito aprendió a navegar de una puta vez), sacaba la cabeza por la ventana para airearse y cuando no podía más, se iba al maletero a beber el agua de las goterar y a bañarse en la gasolina que se escapaba para huir de su mareo.

Se llamaba Plátano y a pesar de su maltrechidad con la pequeña, ella le adoraba a ratos. Su sueño más sonado y nunca llevado a cabo era transformarle en un plátano gigante de gomaespuma y llevarlo a esa festividad barcelonesa que acababa en Can Dragó y que consistía en disfrazar a los coches y pasearlos por la Ciudad Condal.

El hermano de Plátano, Bananito, me contó que él no había tenido tanta suerte y que durante los últimos años le habían utilizado básicamente para llevar muebles viejos, piezas robadas de coches, sillas de playa y parasoles importados de China. Pero que su dueño, de dudosa legitimidad, le había vendido por 100 Euros a un moro y que le miraba con recelo, no por el color, Dios le libre, él era amarillo, aún más sospechoso, sino porque había visto una vez por la A7 Dirección Tarragona a un primo suyo, Rosendo, cargado hasta los topes de bártulos envueltos por plástico azul (que bien le recordaban a aquel con el que envolvieron el cadáver de Laura Palmer en Twin Peaks) con cinco moros dentros, y que, con todos sus respetos, él ya no estaba para esos trotes. Después se puso algo más triste y me contó, entre lágrimillas de aceite, que lo mejor que le podría haber pasado era haberse ido con su hermano al desguace y haber hecho la coña de Rest in Pieces, como la Mery Jane aquella de la Parafina... en fin.
Le abracé, allí en lo más alto de Montjuïc, y le prometí que volveríamos a vernos, que tenía una sopresa muy grande para él.

(continuará)

7 comentarios:

aizun dijo...

por ahí hay un opel kadett de color gris acero que sufrió y sufrió los vómitos de aizun, aunque nunca más nos hemos vuelto a encontrar...
(la de la parafina se llamaba Mary Jane)

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

http://desdemiventanaversiondospuntocero.blogspot.com/2005/10/veces-me-pregunto-qu-hubiese-sido-de-m.html

Bito dijo...

¿Y cuándo continuará? quiero saber que sorpresa es esa.

Bito dijo...

Venga plasta, actualiza.

L.A. dijo...

Bito, por favor, deberías saber que no hay que presionar a los artistas, quieres ser mi mescenas o qué? ;)
me arrodillo para pedirte por Dioh: contéstale el mail a la pesadita esa de la Desi o voy a acabar por pillarle manía.
La has cagado eligiendo una chica de la blogsfera para el sex, ahora nos tienes a todas enfadadas, jajaja enfin... qué cosas estas más sórdidas.

Aizun y el club de las Pes (pollo, polla, pato, palitopolo y pingu)el olor a vómito es lo más mítico de aquellas cacharras en las que viajamos y, soprendentemente, no moríamos. Es posible que tu kadet este con mi planato.. :_( gracias por lo de la Mery Jane... rest in pieces, quieren era el autor? meliés o algun loco de estos...?

usuarioanonimo port, te echo de menos! vuelve! we love you!

Bito dijo...

Vale, yo no vuelvo a exigirla actualizar y usted olvida mis trapos sucios (eso que no contesto y tal...) ¿eh?.