viernes, agosto 05, 2005

Juego de Bito: La vida de los tarros

(Para los que no sepan de que va el tema, el señor Bito, con sus zapatos llenos de barro, propueso un juego: escribir un texto que tenga como temática "ceniza" o "tarro", allá va...)

Un bote, un pote, un recipiente de cristal, de plástico, de metal, de vida, de macarrones.
No te comas el tarro, te tengo en el bote.
Te encierro y te tapo con pez. Pobres princesitas nonchalances, que lloran desconsoladas.
Quillo, déjame algo de propinilla en el bote, a er favó.

Pasen pasen.
En el recipiente de la cocina hay un poco de sal para la existencia. En el del lavadero, algo de jabón líquido para lavarla y suavizarla, algo sencillo, sin complicaciones, en un visto y no visto, tu vida como nueva.

Un bote, dos botes, tres botes, mil millones de ¿botes? No, de pesetas en el bote de la primitiva.

Un tarro donde todo se guarda para luego, donde todo se reprime por si acaso se va. La harina, sin ir más lejos, se cuela por los poros que nadie ve del cristal, por las noches, para mirarse en el espejo del lavabo.

El tarro de colonia pulveriza las flores de plástico de salón, nuestra piel inodora, peuveizada de por vida.

El tarro de cerámica luce flores tiesas, pero yo, las dejo secar boca abajo, regadas por una laca de un bote de laca que se dice llamar Nelly.

Me salgo del recipiente, meo fuera de tiesto. Me deslizo por el tapón rojo de un tarro de colacao después de haberme tragado cien cucharadas de polvo dulce, me deshago en tos, bebo un poco de leche y me convierto en Nocilla.

Un tarro, dos tarros, tres tarros (¡Coño el Continente!) se me cayeron, seguidos al suelo y ahora me he quedado sin. Un tarro, dos tarros, tres tarros de oferta en el Ikea con dos círculos concéntricos de los cuales salen burbujas amarillas los sustituyeron.

Qué fácil el mundo de los tarros. Aplíquemonos el cuento, yo por ejemplo, esta noche empiezo.


(Esto fue escrito de Sant Andreu a Fondo, mientras jugaba a sonreír pillinamente a una niña en un carrito, y haciéndome la despistada escribiendo ensimismadamente cuando le decía a su padre, riendo: la nena me mira. El padre, se giraba, no encontraba a nadie sospechoso, y la tomaba por loca. Otra princesita Nonchalance)

3 comentarios:

Kaloni dijo...

Muy bueno, muy literario.
Enhorabuena.

Un saludo.

PD No soy de Barna, pero vivi un tiempo en san Andreu, me encanta ese barrio.

Anónimo dijo...

Muy divertido e ingenioso. Voy a curiosear más por tu weblog. Volverás a verme. Besacacos.

poemasperdidos dijo...

Hola Shak!
Me gusta todo y el remate de la escena real en el metro me encanta.
En México los tarros pueden ser frascos de boca ancha con tapa, o las tazas de bordes rectos con asa grande que no llevan platito.
He encontrado de todo entre tarros y cenizas y debo decir que ha sido un experimento divertido!

Saludos,
Gab