Ni tarta de ciruelas, ni viajes en avioneta,
ya no me como las frambuesas de diez en diez ni te cuento las pecas.
Ya no compro corazones esponjosos y mucho menos te los regalo, ya no me tiro de ningun rascacielos en paracaídas cóncavos.
Ni esquío hacia arriba, hacia el sol de media noche.
Ya no miro a mi portería imaginando que me estás esperando: ahora quiero que saltes desde mi ventana, y no por mi ventana, y que te estrelles contra la acera tras recorrer cuatro pisos con hélices de papel pegadas a tus pies.
Pero cada día me tiro alfileres con un tirachinas.
sábado, enero 22, 2005
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